La palabra sustentabilidad está tocando todos los órdenes de la vida, pero, ¿sabés realmente de qué se trata cuando está vinculada a los productos alimenticios?
“La alimentación sustentable defiende una buena causa: que el modo de producción y consumo de los alimentos no perjudique al medio ambiente. Si bien es una cruzada con muchos seguidores entre la comunidad vegetariana y vegana, lo cierto es que cada vez se suman más y más adeptos, porque el foco no está solo en los vegetales y las frutas, sino en todos los alimentos. ¿Cuáles se priorizan? Los orgánicos o agroecológicos, que sean de estación, que estén producidos cerca del lugar donde los compramos y que formen parte de una cadena de comercialización justa”, introduce Matías Marchetti, licenciado en nutrición.
El debate también se extiende a los envases, promoviendo aquellos que puedan ser reciclados o reutilizados, lo que completa un combo que contempla toda la trazabilidad de lo que comemos y al que, en muchos lugares del mundo, se sumaron las voces de los chef más prestigiosos.
“La movida está buenísima, pero también está muy acotada a un grupo o sector socioeconómico. Como muchas otras cosas que en su origen son destacables, puede tener su daño colateral; porque se necesitan certificaciones muy costosas, que –obvio– impactan en el precio final del producto”, agrega Marchetti, a la vez que sugiere que si no se puede acceder a determinado producto de estas características, no se elimine ese alimento de la dieta.
“Si tus cuentas están en rojo y no podés comprarte el famoso pollo orgánico, ¿tenés que correrlo de tu plan? No, para nada. Lo que yo te recomiendo es que consumas el pollo de siempre, porque, a nivel nutricional, no hay tantas diferencias entre uno y otro. Es cierto que el orgánico puede resultar menos dañino, pero no porque varíen sustancialmente sus nutrientes, sino porque lo hace el nivel de químicos utilizados en su cadena de producción”.
Lejos de promover un radical “comamos orgánico nada”, el nutricionista destaca que quienes se sientan tentados por sumarse a la impronta sustentable, pueden inicar el cambio desde casa, con los medios y el presupuesto disponible: “Una de las técnicas que promueve la alimentación sustentable es el trashcooking, que es ni más ni menos que algo que ya implementaban nuestras madres y abuelas cuando nos decían: ´hoy comemos buñuelos con el arroz que sobró en la cena de ayer´. Algunos profesionales también la denominan “cocina de aprovechamiento”, que se traduce en reutilizar las sobras. No solo de la noche anterior, sino todas aquellas partes de los alimentos que solemos desechar, como tallos, cáscaras o semillas”.
Otra forma de ser sustentable puertas adentro es planificar el menú semanal para no comprar de más, porcionar frutas y verduras para congelarlas antes de que se descompongan y buscar recetas que te permitan una utilización total del producto. ¡A poner creatividad! Que eso va a ayudar al medioambiente, pero también va a mejorar nuestro vínculo con la alimentación.
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