No se trata de olvidar, sino de aprender a convivir con ello.
Al hablar de familia, una de las figuras que se da con más frecuencia es la del padre ausente, que genera heridas profundas en la vida emocional de los niños durante su etapa de crecimiento, que muchas veces se arrastran hasta la adultez.
Por eso, aunque el padre haya estado presente físicamente, su ausencia emocional genera igualmente en los infantes ansiedad, desapego afectivo, dificultad en el trato, desconfianza y miedo al compromiso.
Es importante no ignorar estos sentimientos y en alguna etapa de la vida hacer trabajo interno para sanarlos y así poder disfrutar de la plenitud emocional, porque aunque las madres se esmeren para suplir el vacío afectivo paterno, de igual manera se generan estas carencias.
De hecho, conforme con el mismo medio, el primer paso es entender las circunstancias que incidieron para que esa persona no asumiera sus responsabilidades.
“El padre ausente es un hombre que no supo ejercer su rol de padre, porque nunca entendió muy bien su papel como persona”, señalan. Por eso, es probable que quizás nunca tuviese buen autoestima, padece inmadurez emocional, es irresponsable, workaholic, entre otros.
Sin embargo, hay que diferenciar que esto no significa justificar su actuación, pero comprender la realidad nos ayuda a reducir las emociones negativas.
Asimismo, las heridas de un padre ausente deben ser aceptadas: comprende y normaliza tus emociones, no te juzgues a ti mismo por sentirte así. Otra clave será aprender a convivir con ello y perdonarlo a él por sus errores, porque solo de esa manera, lograrás aliviar la carga.
Disfruta de acceso ilimitado a más de 100 notas sobre belleza, horóscopo, moda y tendencias!
Suscribirme