Todo lo que tenes que saber si queres empezar terapia
Todos podemos sufrir, en uno u otro momento, algún problema psicológico que nos lleve a acudir a un especialista. ¿Cuándo, qué terapia y qué terapeuta? He aquí nuestros consejos para ayudarte en este camino.
Las causas que llevan a seguir un control psicológico son diversas, pero no hay ni buenas ni malas; lo mejor es iniciar una terapia a los primeros signos de malestar. Entre los motivos más frecuentes, destacan los siguientes:
Dificultades de orden personal como malestar, angustia, estrés persistente, depresión pasajera o más grave. En resumen, dificultades para ser feliz.
Pruebas difíciles de superar, como un fallecimiento, una enfermedad grave, un fracaso profesional, una separación…
Una relación difícil con los demás, por ejemplo conflictos familiares, en el trabajo, de pareja o incluso problemas de integración en la sociedad.
Problemas sexuales, como desacuerdo en la pareja, falta de deseo, infidelidad.
Necesidad de tomar ciertas decisiones.
¿Qué terapia elegir?
Terapias de interpretación: engloban las psicoterapias psicoanalíticas, las psicoterapias breves y el psicodrama psicoanalítico. Pretenden curar las causas profundas de un problema preciso o simplemente ayudar al paciente en la búsqueda de una liberación personal.
Terapias de comportamiento y cognitivas: permiten acabar con fobias, TOC, trastornos alimenticios, depresión y adicciones.
Psicoterapias de grupo: permiten a los participantes modificar su conducta en la relación con los demás, mejorar la confianza en sí mismos o aprender a integrarse mejor (timidez, fobia social, agresividad…).
Terapias familiares: se dirigen a niños con problemas graves (trastornos psicóticos, alimenticios) y al resto de su familia, sobre la que repercute el problema. Las terapias de pareja y las sexoterapias también se engloban en este grupo.
¿Cómo elegir un terapeuta?
Pide consejo a tu médico o la gente de tu entorno, que puede que tengan la dirección de algún especialista para recomendarte. Aún así ten cuidado: aunque un terapeuta le vaya muy bien a tu mejor amiga, no tiene por qué irte bien a ti también.
Tras la primera consulta, plantéate varias cuestiones: ¿ha habido feeling? ¿Te ha tocado y te ha hecho hablar? ¿Te ofrece confianza? ¿Sus informes serán confidenciales?
No olvides: la relación terapeuta-paciente es esencial para que la terapia tenga éxito y que, por lo tanto, se cure el problema.
No olvides preguntarle desde el principio cuál es su método de trabajo y cuál son sus especialidades. Y una última cosa, desconfía de enfoques “modernos” que prometen resultados rápidos o que te piden participar en sectas.
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