Aunque no seamos perfectas, estos comportamientos deben ser corregidos por el bien de tu relación.
Solemos destinar mucho tiempo en buscar las ‘red flags’ o señales de alerta en los demás, sin pararnos a analizar que quizás la parte tóxica de nuestra relación amorosa en realidad… somos nosotras mismas.
No es descabellado. Nos protegemos emocionalmente para que no nos hagan daño, pero no identificamos que hay patrones de conductas que no hemos corregido y que terminan llevando al fracaso todos nuestros romances.
Es ahí cuando pensamos que tenemos “mala suerte” o jamás llegará ese príncipe azul ya que estamos “condenadas” a relaciones tóxicas, cuando lo que en verdad no funciona está dentro de ti.
Esto no quiere decir que tu pareja no se equivoca o que no haya en él conductas a corregir, pero cuando nos creemos infalibles y le echamos toda la culpa de todo, estamos siendo poco realistas.
Las relaciones son de dos personas, por lo que cuando las cosas fallas también hay que analizar la responsabilidades de parte y parte y entender, que no siempre se puede ganar en toda discusión.
Acá es cuando también entran en el juego la manipulación, el chantaje emocional, la victimización, la idealización y otras tantas actitudes que son tóxicas.
Por más que haya confianza, esto no te da derecho a revisarle el teléfono, husmear entre sus artículos personales, no dejarlo ir solo a reunirse con sus amigos o querer estar todo el tiempo a su lado.
En una relación seguimos siendo individuos que deben tener su espacio, sus objetivos individuales y amistades particulares, sin que esto choque con hacer una vida en conjunto.
Tu pareja no es un capricho el cual puedes moldear como te dé la gana y los berrinches no son manera de manifestar tu descontento, así que no debes echarle la culpa a tu “impulsividad”.
Si bien es sano querer cambiar algunas cosas en las relaciones, tampoco la idea es querer modificar quien es el otro por completo y anteponer tus necesidades todo el tiempo.
En una relación seguimos siendo individuos que deben tener su espacio, sus objetivos individuales y amistades particulares, sin que esto choque con hacer una vida en conjunto.
Tu pareja no es un capricho el cual puedes moldear como te dé la gana y los berrinches no son manera de manifestar tu descontento, así que no debes echarle la culpa a tu “impulsividad”.
Si bien es sano querer cambiar algunas cosas en las relaciones, tampoco la idea es querer modificar quien es el otro por completo y anteponer tus necesidades todo el tiempo.
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