Te acuestas y te levantas pensando en él
De repente te sorprendes apartando a cualquier otro pensamiento antes de dormir y aparece él, y solo él. Y si por las mañanas lo primero que haces es mirar el móvil esperando un mensaje suyo dándote los “buenos días”, ya no hay duda, ¡es amor!
Buscas excusas para hablar con él
El más mínimo detalle de tu vida te parece motivo de peso suficiente como para que lo sepa. Aunque tengass una charla de lo más trivial por Whatsapp o Facebook sobre el tiempo, a ti te parece lo más trascendental que te ha pasado hace meses. Tu objetivo ahí es hacer lo imposible por alargar esa conversación y poder hablar con él infinitamente.
Tu imaginación se dispara
De repente, sin saber muy bien cómo, él es tu pensamiento más recurrente del día: vas de compras y te lo imaginas con algo bonito que descubres, ves a una pareja de la mano y te gustaría estar en ese lugar con el, ves un precioso beso de película y te imaginas haciendo lo mismo, con banda sonora y gente aplaudiendo de fondo con tu pareja.
Le miras fijamente de forma furtiva
Te conviertes en una ninja de las miradas de reojo. Te gusta observarle sin que se de cuenta. Te hace feliz que él te mire a ti a pesar de que eso te pone extremadamente nerviosa.
Te fascina su forma de ser
Su fan número 1. Te gusta su forma de ser y tu mirada lo dice. En las primeras etapas del enamoramiento, es complicado encontrar defectos porque todo te parece bien de él. Pero, cuando pasa esa fase incluso sus fallos o complejos te siguen pareciendo monos. Es ahí cuando descubres que lo amas.
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