En las relaciones de pareja estables suele ser frecuente que uno de los dos tenga un mayor deseo que el otro. Por lo general, hay uno que tiende a buscar más los encuentros, a iniciar el sexo, a tratar de seducir a la pareja para llevarla a la cama… De hecho, lo más habitual es que haya uno de los dos tenga más ganas de sexo que el otro, y no que ambos sientan las mismas ganas.
¿Por qué, entonces, en muchas ocasiones se ve como un problema? Aceptamos con más naturalidad el que haya uno que sea más tranquilo que el otro, que nos guste hacer cosas distintas el fin de semana o que uno sea más madrugador. En estos casos, negociamos, argumentamos y llegamos a acuerdos.
Asumimos que algunas veces mi pareja no me acompañará al teatro, o que tendré que seducirla para pasar un fin de semana en la montaña, por ejemplo. Pero cuando se trata de sexo, la cosa no es tan sencilla.
Compatibilidad sexual
No solemos interpretar que “si mi pareja no quiere ir a la playa es porque no me quiere”. Entendemos con más facilidad que no le guste tumbarse al sol o llenarse de arena. Pero no entendemos de igual modo que el deseo de cada uno es de cada uno, y que eso es algo en lo que también tenemos que pensar a la hora de escoger pareja.
Si mi mayor pasión es ir a la playa, tomar el sol y hacer deportes acuáticos, será menos probable que congenie con alguien que se quema al sol o que odia los deportes al aire libre.
Igualmente, si no siento demasiado interés por las relaciones sexuales genitales, no me apetece probar juegos nuevos en la cama y mi frecuencia deseada es de una vez al mes… probablemente no cuadre lo suficiente con alguien con muchas inquietudes en el terreno erótico.
El ideal de amor romántico que tenemos nos lleva a pensar que, si nos queremos y nos entendemos con alguien, nuestro deseo sexual e intereses eróticos serán los mismos. Igual que a veces no es fácil encontrar alguien con los mismos gustos en ocio, lo mismo pasa en temas de cama. En temas de cama, también es importante encontrar una pareja compatible.
Si a pesar de todo, escojo estar con una persona con la que tengo muchas diferencias en la cama, se pueden hacer muchas cosas para aceptar las diferencias que son irreconciliables, y minimizar las que sí sean posibles.
¿Qué hacer? Hay que abrir la mente y erotizarla, con fantasías, creatividad, juguetería, cultivar lo que los sexólogos llamamos “el imaginario erótico”, pero para ello, primero, tengo que descubrir y conocer mi cuerpo y sus sensaciones.
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