En los tiempos que vivimos, lejos queda el concepto anticuado de que la pareja deben ser dos personas que pasan el resto de su vida juntas. Muchas veces nos hemos dejado guiar por ese pensamiento, cuando la realidad es que cada cual puede querer amar, acostarse o pasar tiempo con las personas que realmente le hagan feliz, sea un hombre, una mujer o viceversa. En esta ocasión no hablamos de la orientación sexual, sino de un tipo de amor y de relaciones sexuales que incluyen a más de dos personas. Hoy tenemos que hablar del poliamor.
Para empezar hemos de definirlo: el poliamor es una relación afectivo y sexual entre varias personas, donde todos son conscientes de los pactos que les envuelven. Es decir, con consentimiento, conocimiento y honestidad, todas las personas involucradas tienen una relación donde el sexo y el amor son protagonistas, tal y como se presupone en una relación monógama.
La particularidad reside en que no todos los miembros del poliamor tienen por qué mantener una relación entre sí. Es decir, no tienen por qué tener un vínculo afectivo-sexual entre ellos, sino que pueden tener relaciones aparte, siempre y cuando todos lo sepan y estén de acuerdo. Las personas poliamorosas pueden tener pactos entre sí y condiciones, puesto que ese ‘todo vale’ que se les presupone no es para nada cierto.
Las personas que tienen relaciones poliamorosas pueden tener una relación principal, pero no es algo obligatorio. Cada individuo es diferente, y la transparencia debe ser absolutamente clave en esta situación, demostrando así que el mito del ‘amor romántico’ exclusivo es eso, simplemente un mito. El hecho de tener varias relaciones de forma simultánea no agota el amor ni la pasión, al revés, siempre que todos tengan en cuenta que esto sucede. Para muchas parejas, ‘abrir la relación’ fue su salvación y su estado ideal.
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