Después de que perdimos la tranquilidad y nuestra felicidad se fue por la borda gracias a otra persona, lo mínimo que debemos hacer, al menos por salud emocional, es no permitir -bajo ningún parámetro- que vuelva a entrar a nuestras vidas.
Suele suceder. Meses después de que el corazón regresa a su estado original, el personaje en cuestión no aparece ni en recuerdos y estar sin él es lo mejor que nos ha pasado en la vida… regresa. Las excepciones son pocas.
Después de que la vida empieza a sonreír y nos libramos de esa carga, que lo único que le aportaba a la existencia era sufrimiento, a él le da por reaparecer de la nada.
La llamada inesperada llega. Su fin es tantear el terreno. Como para ver si ,después de todo lo que tuvimos que pasar por su causa, seguimos esperándolo. La conversación es amigable y la frase que más suena es: “Quería saber cómo estabas”, para continuar con la pregunta “¿Cuándo nos vemos?”.
Tal vez creamos que, en serio, es una llamada para saludar. Pero no. Esas llamaditas nunca son gratuitas: siempre van con un fin de por medio. Seguramente, lo primero que se nos pasa por la cabeza es que el tipo se arrepintió y quiere volver. Sin embargo, usualmente es porque quiere asegurarse de que nos tiene ahí, por si su nueva relación no le funciona o si las fuck friends de su extenso directorio telefónico no le salieron con nada. Pero no debes olvidar, el sexo es diferente al amor por eso tienes que dejar de pensar que tu ex sigue enamorado de ti.
Ese quizás es el momento en el que comprobamos si en serio superamos al tipo y puede más el amor propio que el corazón. Ahí, exactamente en ese punto, es en el que tenemos que acordarnos del mal rato que el tipo nos hizo pasar y no del ramo de flores que nos enviaba a la casa o el desayuno a la cama, adornado con frases cursis.
Allí es donde nos encontramos entre el corazón y la razón. Pero, en este caso, es mejor consejera la cabeza que los sentimientos, porque esa es la que, en realidad, nos va a convencer de que la tranquilidad no tiene precio y mucho menos por alguien que demostró, en el pasado, que no tiene ningún reparo en quitárnosla.
Las mujeres tendemos mucho a pensar que no vamos a encontrar a nadie como él – haciendo énfasis en los sentimientos positivos que nos hizo sentir, en su momento- . Eso es totalmente falso.
Y tal vez no sea hoy, ni mañana. Uno no debe vivir esperando al hombre de sus sueños, como si fuera el único motivo para sonreír cada mañana. A lo que voy es que se puede ser realmente muy feliz solo, sin estar preguntándose cuándo será el día en el que el amor llegue. Mas de lo único que estoy segura, es que cuando el pasado llama la opción siempre será cerrarle la puerta, sin titubear.