Al inicio de la relación todo es color de rosas, y cada momento que uno pasa con su pareja parece que no fuera suficiente, ya que a los cinco minutos uno ya está extrañando a esa persona. Sin embargo, con los años, las ganas de tener sexo ceden, y el otro puede no responder a los avances a veces insistentes, otras veces sutiles de su media naranja, lo que puede desatar un conflicto bastante pesado. Por eso, cuanto antes se trata de llegar al meollo de la cuestión, mejor será para la pareja.
Para muchos especialistas, el problema central está en que las parejas dejan de mirarse en el día a día y pierden con ello el contacto, tanto espiritual como físico. Diferentes situaciones, como un estrés grande en el trabajo o los cambios por la llegada del primer bebé, pueden afectar el apetito sexual. Otras de las razones que, según sexologos, puede llegar al esquivo ante los avances del otro son la falta de sueño, las enfermedades o cambios hormonales relacionados con la edad.
Cuando los problemas sexuales comienzan a brotar, muchas personas lo que hacen es adjudicárselo a cuestiones físicas. Acudir a un médico puede ser un primer paso para descartar o no causas físicas. Pero más allá de eso, los problemas pueden estar anclados directamente a la mecánica de la pareja. Cuando uno quiere y el otro no, lo más sano es tener una charla, en un momento tranquilo y con tono amable, para saber qué es lo que está pasando. La comunicación puede sacar a la luz muchísimas cuestiones que, al saberlo los dos, pueden buscar una solución en conjunto para salvar a la pareja.
Las charlas en las relaciones son esenciales, ya que hacerse un rato para hablar de los deseos y necesidades sexuales y de vida del otro, de sus temores y miedos, es un buen ejercicio para cualquier pareja. Como se ha dicho antes, en esas conversaciones pueden surgir cosas que uno no sabía que pasaban, como que alguno de los dos se siente presionado o dejado de lado, y que ahora que fueron hablados, se puede solucionar y dejar atrás.
La solución siempre llega de la mano del diálogo, sin reproches. Para una pareja que tiene problemas en la cama es mucho mejor sincerarse y preguntarse qué se espera del otro, y de uno mismo, en cuanto al sexo.
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