Parece que cuando iniciamos una relación de pareja, si todo va sobre ruedas y de pronto se estropea, tiramos la toalla a la primera de cambio. En los tiempos que corre es más habitual cortar por lo sano que intentar arreglar las cosas. Está claro que no estamos para sufrir en esta vida y que siempre será mejor dar un paso atrás que vivir para siempre amargado.
En esta ocasión abogamos por un término medio: por querer seguir adelante pero con las condiciones que a ambos miembros de la pareja nos hagan felices. Hablamos de ese concepto que da tanto miedo, darse un tiempo, parar de estar juntos en un momento dado durante un espacio temporal indefinido, pero que puede ayudar a la pareja a volver más sana y más fuerte.
Darse un tiempo puede significar el final definitivo, pero también puede ser un espacio para la reflexión, para volver con las ideas más claras. No por darte un tiempo significa que no ames a tu pareja, sino que estás también amándote a ti. Las parejas que regresan tras darse esa temporada de reflexión, de pensamiento y de evaluación de lo que ha sucedido suelen tener un final mucho más satisfactorio. Esto no quiere decir que haya que darse un tiempo sí o sí para conseguir la felicidad, sino que si decides dártelo con tu pareja y después te sientes incluso mejor que antes, ahí has ganado, digan lo que digan los demás.
De otro modo, esto dependerá por supuesto de la pareja, de los motivos que hayan empujado a tomar la decisión ‘del tiempo’ y de todo lo que tenga que ver con el amor de los dos. Por eso, si después de un tiempo decides que ‘adiós muy buenas’, eso también será beneficioso para ti. Si te das ese tiempo, es porque tu corazón lo siente, y debemos hacer lo que realmente sintamos.
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