Tu cuerpo no debería definir tu sexualidad.
Silvia sufre de obesidad, tiene un Índice de Masa Corporal superior a 30, le cuesta trabajo aceptarse a sí misma y esto le ocasiona inseguridad al momento de tener relaciones sexuales. Ella forma parte del 70 por ciento de las mujeres con obesidad que, según un estudio sobre imagen y satisfacción sexual en mujeres obesas publicado por la Facultad de Psicología de la UNAM, refirió tener una vida sexual insatisfactoria derivada sobre todo de un factor de autoaceptación.
En general, tanto en hombres como en mujeres con sobrepeso -con un IMC mayor a 25- y obesidad existe cierta falta de deseo y un sentimiento de poca atracción que convierte en una experiencia traumática el momento de ser vistos desnudos.
En el caso de los hombres, un estudio realizado en Massachussets, con mil 300 varones entre 40 y 70 años de edad, reveló que el impacto de la obesidad se refleja en un doble riesgo de presentar disfunción eréctil, además de otras implicaciones sociales, psicológicas y fisiológicas.
Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, México ocupa el segundo lugar en obesidad entre adultos, sólo por encima de Estados Unidos.
El grupo de edad que concentra mayores niveles de obesidad es el de las personas de entre 30 y 59 años.
Alrededor de 35% de los hombres y 46% de las mujeres tienen obesidad en ese rango de edad, es decir, uno de cada tres hombres y poco menos de la mitad de las mujeres mexicanas.
A medida que el sobrepeso aumenta, la calidad de vida sexual se deteriora y esto se convierte en un ciclo de malestar crónico, y mayores niveles de estrés -uno de los principales inhibidores del deseo- y la calidad de vida.
Esto afecta no sólo la satisfacción en términos de mayores dificultades para alcanzar un orgasmo, sino en todo lo que implica una vida sexual satisfactoria: por ejemplo, a las personas con obesidad les resulta aún más difícil expresar sus necesidades sexuales y sentimientos, y en general reportan una menor satisfacción post-relaciones sexuales.
Aunque a nivel fisiológico se dé la respuesta sexual, a nivel psicológico ésta depende de factores socioculturales como los estereotipos de belleza y la cultura de la delgadez, y de las propias características psicológicas: imagen corporal, autoestima y experiencias pasadas, que influyen de manera decisiva para llegar a una satisfacción sexual.
Por otro lado, el sobrepeso y la obesidad no sólo representan un problema estético, sino que también duplican el riesgo de padecer disfunciones: estadísticamente, las personas obesas son 25 veces más propensas a reportar problemas sexuales que aquellas que tienen un peso normal.
Entre los factores fisiológicos que entorpecen a la sexualidad se encuentran una menor producción de hormonas y el aumento de los tejidos grasos -lo cual puede propiciar tanto una reducción en la libido, como cambios en el tamaño de los órganos genitales-, la irrigación arterial y en el caso de los hombres, como ya se ha mencionado, un mayor riesgo de disfunción eréctil.
En 1974, en una reunión de expertos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que los problemas de sexualidad humana tienen más importancia y trascendencia para el bienestar de los individuos de muchas culturas, de lo que hasta la fecha se había aceptado.
La OMS define a la salud sexual a partir de tres características: el goce de una sexualidad reproductiva, el ejercicio de la sexualidad sin temores y finalmente, estar libre de enfermedades que la entorpezcan.
Finalmente, la obesidad no debería ser una condición que impida tener una vida sexual satisfactoria. Existen pruebas de que su origen es multifactorial y proviene más del ambiente que de la herencia.
Si bien, sí existe un impacto en la actividad y la satisfacción sexual durante periodos de ganancia de peso, la buena noticia es que basta con perder apenas un poco para mejorar este aspecto de nuestra vida con ayuda de un experto.
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