Que una copa de vino le hace bien al organismo se viene diciendo hace décadas, pero ahora ya se habla del efecto del alcohol en la salud, de la pareja principalemente. Ya son varios los estudios que han analizado este fenómeno y es real que se ha encontrado un vínculo directo entre la felicidad de la pareja y sus hábitos de bebida.
En esos estudios, los entrevistados respondieron preguntas sobre cuán demandante, crítico e irritante les resulta su concubino. El 50% de los entrevistados, que lleva al menos 33 años en matrimonio, dijo emborracharse con su pareja y ser más feliz que la otra mitad. No se sabe bien porque es que esto sucede, pero podría ser que las parejas que hacen más actividades placenteras juntos tienen mejor calidad de vida.
En exceso, siempre es un problema
Pero el estudio tiene un giro: las parejas que en conjunto se abstienen a la bebida también mostraron buenos resultados. Es decir que el grupo con mayores problemas es el que tiene parejas “mixtas”, alguien que bebe y alguien sobrio. Los de peores resultados fueron los que tenían a alguien que se excede a menudo o con problemas importantes con el alcohol.
La conclusión del estudio es que siempre que sea con moderación, una o dos copas de vino con la cena aportan una cuota de felicidad a la pareja.
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