Es más sencillo de lo que crees. La alimentación intuitiva no es más que una filosofía que anima a escuchar el cuerpo en busca de señales de hambre y satisfacción: comer cuando tenemos hambre y parar cuando estamos llenos. Este estilo de alimentación promueve una actitud saludable hacia la comida y la imagen corporal.
Nacemos comedores intuitivos. Los bebés lloran, comen y luego dejan de comer hasta que vuelven a tener hambre. Los niños equilibran de forma innata su ingesta de alimentos de una semana a otra, comen cuando tienen hambre y se detienen una vez que estan llenos. Algunos días pueden comer una tonelada, y otros días, casi nada. A medida que envejecemos y las reglas y restricciones se establecen alrededor de la comida, perdemos nuestro “comedor intuitivo interno”. Cuando crecemos aprendemos que debemos de terminar todo lo que hay en nuestro plato. Empezamos a ponerle a la comida etiquetas como buenos o malos.
La alimentación intuitiva no es una dieta. Si seguimos esta forma de alimentación, no hay necesidad de contar calorías y tampoco se prohíben alimentos. No se trata de seguir un plan de comidas o medir las porciones, se trata de volver a aprender a comer fuera de la mentalidad de la dieta, poniendo el foco en las señales internas del organismo. Saber si lo que tenemos es hambre, ansiedad, si nos sentimos plenos y satisfechos. Aprender a comer cuando el cuerpo lo pide y detenernos cuando ya estamos llenos.
La idea es alimentarse a conciencia, eingerir alimentos saludables, completos y equilibrados. Y para lograrlo, lo ideal es prestar atención a las señales de hambre y saciedad que manifiesta el organismo. Además, también es importante aprender a reconocer y procesar las emociones, para evitar comer por ansiedad. Esta forma de alimentación también exige mantenernos activos. Es necesario realizar ejercicio para no solo estar en forma sino también ayudar a nuestra salud psicológica.
La alimentación intuitiva no es la “dieta para saciar el hambre”. Los comedores intuitivos se dan permiso incondicional para comer lo que quieran sin sentirse culpables. Confían en sus señales internas de hambre y saciedad y confían en su cuerpo para decirles cuándo, qué y cuánto comer.
Para poder practicar la alimentación intuitiva es importante que:
Te saques de la mente la idea de dieta. Elimina de tu vida las dietas y la pérdida de peso fácil o rápida, dejar de seguir cuentas de redes sociales que impulsan el mito de la dieta y sus comportamientos y, en cambio, seguí cuentas que comparten mensajes positivos de alimentos y salud.
No le tengas miedo al hambre. El hambre es un proceso biológico normal en el que el cuerpo necesita saber y confiar en que siempre tendrá acceso a los alimentos. Si una persona intenta anular la sensación de hambre y no come suficientes calorías su cuerpo reacciona con antojos y atracones.
Permite que hayan todos los alimentos en tu ingesta diaria y date permiso a comer lo que se antoje. Deja de clasificar los alimentos como “buenos” o “malos”. Ningún alimento tiene el poder de hacer que una persona esté sana, al igual que ningún otro alimento tiene el poder de hacer que no sea saludable. Esta privación se convierte en antojos incontrolables y es probable que comas en exceso. Si en cambio sabes que podes comer un pedazo de torta o unas papas fritas, seguramente el antojo disminuya y no abuses a la hora de consumirlos.
Aprende a escuchar las señales que nos dicen que estamos llenos y saciados. Hacer una pausa a la mitad de una comida o merienda y consultar con nuestros cuerpos.
Controla tus emociones sin usar alimentos. La alimentación emocional es muy común. A veces comemos por razones distintas al hambre física y la comida se usa para ocultar sentimientos y emociones desagradables.
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