La ausencia emocional también deja las mismas secuelas que la física.
Medios especializados arrojan una cifra devastadora: al menos el 40% de los niños viven diariamente con la tristeza de tener a un padre ausente, lo que les ocasiona fuertes daños en su salud emocional y mental.
Los niños necesitan un referente para crecer, es decir, alguien de quien aprender sobre la vida y les brinde su compañía, amor y apoyo cuando le necesita, así que cuando esto falta se generan graves carencias afectivas.
Según Etapa Infantil, uno de los indicios más frecuentes en niños de que hay mucha soledad y falta de una adecuada atención es la mala conducta, debido a que lo utilizan como un escudo para protegerse.
¿De qué? De sus “más profundos sentimientos de abandono, miedo e infelicidad”. Esto también puede significar adultos que viven con una actitud descuidada, que son arrogantes, desconfiados, impulsivos o que sufren de depresión.
Por todo lo anterior, es normal que se conviertan en jóvenes o personas adultas con pobres habilidades para relacionarse con los demás de buena manera.
No solo por sus actitudes y su desconfianza, sino que todo se centra en su baja autoestima. Será incapaz de creer en sí mismo, le costará tomar decisiones importantes, le costará comprometerse, sentirán miedo al rechazo, ansiedad y estrés.
Asimismo, uno de los daños emocionales más común del padre ausente es sentir que esta falta de cariño de sus padres en la infancia les acompaña para siempre con un sentimiento de vacío, soledad y tristeza.
Por eso, hay que sanar al niño interno no atendido mediante terapia, sin importar el tiempo que haya pasado desde la infancia.
El primer paso comienza por entender y perdonar al que no cumplió con su rol en el pasado y atender las heridas en el presente mediante terapia psicológica.
Disfruta de acceso ilimitado a más de 100 notas sobre belleza, horóscopo, moda y tendencias!
Suscribirme