El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Está en cada uno de nosotros elegir cómo transitarlos y recibir su aprendizaje.
Todos los seres humanos estamos expuestos al dolor, es inevitable, ni bueno ni malo, es una experiencia vital, parte de una vida completa y plena, inherente a la existencia humana.
La sociedad rechaza el dolor, porque lo asocia con el sufrimiento. Pero este no es el dolor. La mente humana no sabe relacionarse adecuadamente con el dolor.
El sufrimiento es creado por una mente, que rechaza y no es capaz de aceptar. El dolor nos produce miedo, ansiedad y estrés por tres mecanismos:
La falta de conexión con nuestro cuerpo.
La incertidumbre ante el proceso.
La incapacidad de controlarlo. La mente entonces, se aferra al pasado, rechaza el presente y siente ansiedad por el futuro. ¿Quién crea y sostiene el sufrimiento? La mente.
¿Para qué sufrimos?
En muchas ocasiones, la no aceptación conduce a las personas a elegir el camino del sufrimiento. Se aferran a aquellas situaciones dolorosas del pasado y no pueden soltar esa pesada carga que es sufrir. Este siempre tendrá un sentido para la mente, que prefiere seguir sufriendo, antes que practicar la aceptación.
Las causas del sufrimiento:
Los apegos, el aferrarse al pasado, la necesidad de control, la búsqueda de seguridad, la resistencia al cambio o la anticipación son algunos de ellos. Poder identificarlos nos permite escapar de la cárcel del sufrimiento. Las experiencias dolorosas seguirán estando, pero nosotros podemos elegir y decidir transitar la vida con otra perspectiva: aceptar aquello que no podemos cambiar y contemplar la adversidad como la oportunidad para identificar aquello que sí podemos cambiar.
La adversidad como oportunidad:
Normalmente el dolor llega a nuestra vida como una oportunidad de aprendizaje y superación. La adversidad nos enfrenta a nuevos desafíos y representa una verdadera bendición para muchas personas. Son los momentos de mayor oportunidad para el crecimiento personal, para abrirnos al aprendizaje, para poner en juego nuevos recursos. El dolor nos enseña, es el gran maestro en la vida y tiene el poder de transformarnos.
Desde la perspectiva del coaching, entendemos que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. No podemos evitar situaciones dolorosas, pero podemos elegir cómo las vamos a transitar.
Las cuatro claves para superarse:
Comprender el dolor como un agente transformador.
Recibir y aceptar nuestro dolor, abrazarlo amorosamente.
Permitirnos transitarlo con otra perspectiva.
Darnos cuenta de que “no somos nuestro sufrimiento”.
Ser feliz no depende de hechos o circunstancias. La felicidad se conquista cuando comprendemos que es necesario trascender el dolor para encontrar la paz.
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