Sobre lo que comemos influyen diferentes factores y por ello, es muy difícil resistirnos ante algunos estímulos externos o internos como es el caso de las emociones que determinan nuestras elecciones alimentarias. Te contamos por qué engordamos cuando estamos estresados, según la ciencia.
En la actualidad no sólo tenemos más estímulos alimentarios debido a la gran publicidad y oferta de alimentos diferentes, sino que además, tenemos otros factores que entorpecen la calidad de nuestra dieta así como incentivan los excesos al momento de comer.
Este es el caso del estrés y la ansiedad. El primero puede desencadenarse por un factor estresante y si se prolonga en el tiempo ser causante de problemas de salud. Pero cuando el estrés se ha ido, puede aparecer la ansiedad que también condiciona lo que comemos.
Tanto el estrés como la ansiedad generan en nuestro cuerpo un displacer que nuestro organismo intenta solucionar rápidamente, acudiendo muchos casos a la ingesta de alimentos determinados. Por eso, estos son dos factores a considerar cuando buscamos comer más sano, ya que influyen grandemente en la alimentación y son los males de la actualidad para nuestra dieta.
Un estudio reciente pone de manifiesto la importancia del estrés sobre nuestra alimentación y el control del peso corporal, al revelar que si controlamos el estrés comemos mejor y podemos perder peso sin incluir ningún otro cambio en el día a día.
Y es que el estrés realmente puede ser la causa de nuestro aumento de peso, condicionando lo que escogemos para comer y la cantidad ingerida, aun cuando se ha ido el factor estresante debido a que nos puede dejar en su reemplazo, una ansiedad constante.
El estrés no sólo puede alterar hábitos de vida o rutinas que entorpecen el logro de una alimentación saludable, sino que además, según la evidencia científica vuelve más apetecibles y menos saciantes los alimentos, razón por la cual solemos desear más y comer mayores proporciones cuando estamos estresados.
Por otro lado, el organismo intenta calmar la sensación de disconfort que experimentamos ante el estrés con alimentos placenteros, que son precisamente los que más azúcares, grasas y calorías concentran, es decir, los más adictivos y los que más favorecen el aumento de peso.
Como si fuera poco, el estrés puede condicionar hormonas que regulan el balance energético como es el caso de la leptina. Así, tendemos a gastar menos calorías, a saciarnos menos y a desear más alimento cuando estamos estresados.
Todo esto nos permite concluir que el estrés conduce al aumento de peso, favorece la acumulación de grasa en el cuerpo y por lo tanto, contribuye al desarrollo de obesidad como señala el estudio Whitehall y otras enfermedades metabólicas.
Como hemos dicho, cuando estamos estresados tendemos a escoger alimentos concentrados en grasas, azúcares u otros con efectos placenteros tales como café, alcohol y chocolate. Sin embargo, el consumo de éstos también puede favorecer la ansiedad tal como ha sido comprobado.
Por otro lado, así como una situación estresante puede desestabilizar nuestra rutina y desorganizar nuestra dieta, una dieta desordenada puede ser la causa de más estrés percibido y ansiedad, cerrando así un círculo del que resulta difícil alejarse.
Asimismo, solemos acudir a bebidas alcohólicas o café cuando nos sentimos ansiosos, dos alimentos que los expertos de Harvard recomiendan reducir si queremos mantener bajo control síntomas de estrés y ansiedad.
Por todo esto, es fundamental intentar salir del círculo vicioso que puede formarse entre nuestra dieta y el estrés así como la ansiedad que experimentamos. Para eso, lo más aconsejables es comenzar a cuidar nuestra dieta y pensar en lo que comemos aunque creamos que en medio del caos y el estrés es poco importante.
Sin darnos cuenta organizar nuestras comidas y planificar un menú puede ser el primer paso para sentirnos menos estresados y cuidar la salud, así como también puede ser clave aplicar estrategias antiestrés como caminar de forma habitual, leer un libro, realizar ejercicio, practicar ejercicios de respiración, organizarnos con agenda en mano, entre otras.
Incluir en nuestra dieta alimentos sanos que ayudan a controlar la ansiedad y otros que pueden reducir el estrés también puede ser muy favorable. Por ejemplo, podemos acudir a frutos secos y semillas, legumbres, granos enteros, leche, plátano, pescado azul, aceite de oliva extra virgen u otros.
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