Antes de que llegue el día de la entrevista, ¡prepárate! Estudia tu currículum. Sí, parece increíble que tengas que estudiar tu currículum, pero ya sabes que los nervios traicionan. Organiza los conceptos en tu cabeza para poder tener una conversación fluida sobre tu experiencia laboral y evitar repeticiones.
Infórmate sobre la compañía. Ya sabes que la entrevista irá en torno a ti, a tu experiencia y a tus habilidades, pero no olvides que el reclutador también necesita saber por qué quieres formar parte de su equipo y por qué te has interesado por esa vacante. Debes conocer bien la empresa, cuál es su misión y visión, sus productos y/o actividades.
No olvides cuidar tu apariencia. Procura vestirte correctamente el día de la entrevista, de acuerdo al tipo de empresa y a su filosofía de trabajo. Hay empleos que requieren un dress code más formal: hablamos de abogados, consultores, auditores. ¡El traje es un must! En otros casos, puede estar bien visto un look más informal, que no desentone con el ambiente de trabajo. Tanto en un caso como en otro, cuida siempre tu aspecto para causar buena impresión en la entrevista.
Sé puntual. Intenta llegar a la entrevista con 5 o 10 minutos de antelación.
Analiza tus puntos débiles. Todos conocemos nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Plantéate varios aspectos que puedan jugar en tu contra y prepara argumentos para defenderlos. También debes tener en cuenta que, hoy en día, muchos entrevistadores reservan un rato para conocer cuál es tu nivel de inglés. Teniendo esto en cuenta, lo mejor que puedes hacer es prepararte una presentación de ti y de tu experiencia en inglés para que no te quedes en blanco en el momento.
¿Cómo crear una buena impresión durante la entrevista? Pensa que, desde el primer minuto, el entrevistador te estará analizando. Más allá de la propia conversación, observará tu relación con él y tu lenguaje corporal. Por eso, cuida que tu actitud sea la correcta desde el mismo momento en que entres por esa puerta.
No te distraigas. Saluda al reclutador de una forma convencional, siéntate derecho con la espalda recta, pero con una postura relajada, y evita apoyarte con los codos en la mesa.
Hace preguntas. No vale decir a todo que sí. El reclutador valorará positivamente que hagas preguntas, es una manera de mostrar interés en el trabajo. Y es que, durante una entrevista, nos pueden surgir mil dudas, no tengas vergüenza. Pregunta todas las que te surjan, siempre y cuando sean relevantes.
Evita gestos de inseguridad o nerviosismo. No te muerdas las uñas, evita que te tiemblen las piernas. El entrevistador quiere reclutar a una persona segura de sí misma.
Pensa antes de hablar. Es esencial estructurar y pensar todo aquello que queramos transmitir. Si hablamos antes de prepararlo previamente en nuestro cerebro, el discurso no será fluido, e incluso puede llegar a ser difícil de entender.
Y no olvides llevar una copia de tu currículum impresa para entregársela al reclutador. Claro está que ya lo habrá leído, pero es mejor facilitarle de nuevo la información, con él en mano podrá identificar aquello que más le interese y resolver sus dudas.
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