Según Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, los sueños son el camino entre el consciente y el subconsciente. Y es que, según sus teorías, en ellos se desvelan nuestros más profundos miedos y deseos. Sea como sea la materia de los sueños siempre ha sido objeto de investigación e interpretación y, sin embargo, todavía no hemos conseguido descifrarlos.
¿Por qué soñamos? Soñar es una actividad a través de la cual nuestro cerebro es capaz de abordar situaciones que no somos capaces de abarcar en nuestro estado consciente. Durante el sueño estamos desinhibidos, es decir, nuestro subconsciente es libre de generar cualquier experencia sin que nuestra consciencia la reprima. Soñar es, en definitiva, la forma más báisca en la que el ser humano se desahoga de los pensamientos y censuras que sufre durante el día.
Pero no aparecen de la nada. Los sueños están generados por las sensaciones y vivencias que exprimentamos durante la jornada y se alimentan de nuestras preocupaciones y miedos, aunque también de nuestros deseos y sentimientos. A continuación te contamos ocho curiosidades de los sueños que, estamos seguros, no conocías.
Los sueños se producen durante la fase REM (Rapid Eye Movement), durante la que que la actividad cerebral experimenta un repunte y, aunque nuestros músculos están bloqueados, nuestros globos oculares se mueven rápida y constantemente bajo los párpados. Esta fase dura entre 15 y 30 minutos y, durante ella, los sueños duran una media de 10 minutos, aunque algunos pueden prolongarse por tan solo unos cuantos segundos. Durante esta fase podemos llegar a tener hasta 12 sueños.
Dado que fisiológicamente somos diferentes y nuestros sentimientos y cerebros funcionan de formas distintas, no es ninguna locura afirmar que hombres y mujeres soñamos de manera distinta. Así, el subconsciente masculino sugiere experiencias más agresivas, mientras que el de las mujeres evoca entornos familiares y situaciones pacíficas.
¿Alguna vez te has preguntado quién es esa persona que aparece en tu sueño y que no conoces? Quizás no lo recuerdes, pero esa persona es aguien a quien has visto por lo menos has visto una vez en tu vida, es decir, su rostro estaba registrado en tu subconsciente. Y es que durante el sueño nuestro cerebro no es capaz de generar caras nuevas.
En los 5 minutos siguientes al despertar olvidamos el 50% de nuestros sueños, y en los 10 minutos posteriores, al menos el 90% de ellos desaparecen de nuestro recuerdo. Así, los sueños que se olvidan con más facilidad son los que narran experiencias aleatorias, mientras que los sueños recurrentes son más fáciles de almacenar por más tiempo.
Por otro lado y según explica Robert Strickgold, profesor de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de Harvard, recibir estímulos o, por ejemplo, hablar nada más despertar de un sueño, hace muy probable que lo olvidemos de inmediato.
Hugo Spiers, psicólogo experimental de University College, en Londres, descubrió junto con un grupo de investigadores que si un animal ve comida antes de dormirse, es posible que su cerebro dibuje durante el sueño un mapa de cómo llegar a ella. Esto confirmaría que los animales sueñan.
Además, en 1959 se llevó a cabo un experimento con gatos cuyos cerebros de modificaron desactivando el mecanismo que inhibe el movimiento durante el sueño REM. Cuando cayeron dormidos, muchos de ellos levantaron las cabezas e incluso caminaron y se pelearon.
En muchos casos las pesadillas son más comunes que los sueños por varias razones. Una de ellas es que pueden estar generadas por el estrés y la ansiedad que experimentamos durante el día pero, además, puede deberse a que durante estos sueños las emociones son más intensas, por lo que para nuestro cerebro es más fácil recordarlas.
De nuevo esta pesadilla está relacionada con la ansiedad o la inseguridad que experimentamos, aunque también puede interpretarse como miedo a la soledad. En este sentido, otro de los sueños más comunes es aquel en el que perdemos a un ser querido.
Si hacemos los cálculos, un humano que viva hasta una edad normal, pasa una media de 6 años soñando y un total de, aproximadamente, 20 a 25 años durmiendo.
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