Duerme de siete a nueve horas cada noche
Pues sí, nuestro primer consejo es que te vayas pronto a la cama y disfrutes de un sueño reparador cada noche. La calidad de nuestro sueño (sobre todo si es mala o dormimos menos horas de las que necesitamos) puede afectar a los nervios de nuestros riñones, que son los encargados de regular el equilibrio entre sodio y agua del organismo. En resumen, dormir bien es una manera de ayudar al cuerpo a controlar los niveles de hidratación y minimizar la retención de líquidos.
Practica meditación consciente cada día
El estrés crónico no es bueno para nada y para la retención de líquidos, tampoco. El estrés incrementa los niveles de cortisol (una hormona) en nuestro organismo y esta, a su vez afecta a otra hormona (la ADH) que se encarga de controlar el equilibrio de líquidos en el cuerpo. Cuando el cortisol se desmadra, la hormona que le dice a nuestros riñones cuánta agua retener y expulsar, también.
¿Y cuál es el método más natural y eficaz para hacer que esas dos hormonas se mantengan equilibradas? Pues el mismo que hace que suframos menos estrés: la meditación consciente. Según un estudio de la Universidad Carnegie Mellon, practicar meditación consciente altera el funcionamiento del cerebro de manera que puede manejar mejor el estrés lo que acaba con el desequilibrio del cortisol.
Controla tu nivel de magnesio y potasio
Ambos minerales, que ingerimos de forma natural en nuestra dieta (si es una dieta equilibrada), cumplen con muchas funciones, pero la que nos interesa en este caso es que también intervienen en la regulación de la cantidad de agua que retenemos. Si los niveles de magnesio y potasio no están bien ajustados, la retención de líquidos está casi garantizada… y ese desequilibrio no es tan difícil de sufrir. Por ejemplo, si eres de las que bebe mucha agua, vives en una zona muy calurosa que te hace sudar la gota gorda o practicas ejercicio intenso, te conviene revisar tu nivel de electrolitos: a lo mejor tienes menos de los que necesitas.
Reduce tu consumo de hidratos
Lo que comes, obviamente, influye en lo que retienes. Las dietas altas en hidratos hace que estos se almacenen en nuestros músculos en forma de glucógeno, y por cada gramo de glucógeno el cuerpo tiene que almacenar también cuatro gramos de agua. Haz las cuentas. Nuestro consejo es que no renuncies a los carbohidratos, pero sí que consumas los de mayor calidad nutricional (cereales integrales, legumbres) y que balancees bien en tu dieta la cantidad de hidratos, proteínas y grasas saludables que comes.
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