¿Para qué sirve?
La exfoliación corporal sirve para eliminar las células muertas que se acumulan en la superficie de la piel, favorecer el proceso de renovación celular, activar la microcirculación y el drenaje y, en definitiva, conseguir que nuestra piel esté más bonita, luminosa, homogénea y suave.
Además, también ayuda a que los tratamientos que se aplican después penetren mejor en la piel. Esto es algo fundamental, por ejemplo, si estamos usando anticelulíticos y queremos potenciar sus resultados.
La exfoliación también ayuda a conseguir un bronceado más bonito, y es muy eficaz cuando aplicamos autobronceadores. Otra de sus ventajas es que evita que los pelitos debilitados se queden enquistados.
¿Cómo realizarla?
Lo más cómodo y práctico es utilizar exfoliantes en gel o crema con micropartículas exfoliantes que se aplican sobre la piel húmeda, en la ducha. Estos productos facilitan el masaje que es fundamental para que la exfoliación sea eficaz. Se aconseja hacerlo un día que se tenga tiempo, para aplicarlo correctamente: realizando movimientos en círculos y ascendentes.
Empezamos por los pies, seguimos por cada pierna, continuamos por los brazos, el abdomen, con movimientos en el sentido de las agujas del reloj, los glúteos, la espalda, el pecho y el escote. Cuidado con estas últimas zonas, porque la piel es más fina, es mejor que el masaje sea muy suave.
Después, hay que aclarar con agua tibia e, idealmente, terminar con agua más fría. Por supuesto, después, hay que hidratar la piel y aprovechar para usar cremas anticelulíticas o reafirmantes.
¿Cada cuánto tiempo?
En principio, sería suficiente una vez a la semana. Lo ideal es hacerla todo el año.
¿Alguna precaución?
No aconseja la exfoliación corporal para personas que sufran brotes de dermatitis o personas que tengan la piel muy sensible y reactiva. Tampoco se debe realizar en caso de quemaduras solares o heridas en la piel.
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