¿Cuándo debemos utilizar técnicas de relajación?
Lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de plantearnos introducir técnicas de relajación en nuestras vidas es que, diferencia del uso de psicofármacos, los ejercicios de relajación no tienen efectos secundarios. Su poder y su eficacia para combatir la ansiedad se basan en la autorregulación, es decir, la posibilidad de realizar acciones mediante las cuales modificamos el modo en el que son segregadas las sustancias químicas que genera nuestro cuerpo de manera natural.
Por tanto, las técnicas de relajación son una manera inteligente de aprovechar en nuestro beneficio las mecánicas que rigen el cuerpo humano, en vez de “hacer trampas” introduciendo en él sustancias en forma de inyecciones o pastillas. Así, el único coste de usar ejercicios de relajación es algo de tiempo y un esfuerzo mínimo.
Algunos ejemplos sobre cuándo conviene utilizarlos:
• Cuando llevamos varios días notando una ansiedad que nos da problemas.
• Cuando pasamos por una etapa de duelo o pérdida.
• Al experimentar estrés laboral o Síndrome Burnout.
Cuando el estrés hace que emprendamos conductas obsesivas, como mordernos las uñas o tocarnos el pelo todo el rato (tricotilomanía).
• En momentos en los que nos sentimos acosados de alguna manera (acoso laboral), conflictos con los vecinos, etc. Por supuesto, las técnicas de relajación han de ir acompañadas de las medidas que hagan que dejemos de sufrir ese acoso.
• En etapas en las que hay un mal clima familiar o problemas en la relación de pareja.
• Cuando la cantidad de tareas y responsabilidades nos desborda, o cuando tenemos problemas para conciliar la vida profesional con la personal.
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