Personalizar la rutina de belleza es fundamental para tener una piel sana y bonita, y para ello lo ideal es acudir a un profesional que pueda analizar tu tipo de piel y sus necesidades y encontrar la rutina más adecuada para cuidarla. Aunque cada persona tiene una piel única, todas se pueden englobar en alguno de los cinco grupos principales. Estas son las claves para saber qué tipo de piel tienes y cómo cuidarla.
Piel normal
Es suave y elástica, apenas tiene imperfecciones, ni puntos negros, ni poros dilatados y no es sensible ni reactiva. Es una piel bonita que también hay que cuidar, sobre todo con limpieza, hidratación y protección solar. Debes elegir productos aptos para pieles normales.
Piel grasa
Es muy fácil de identificar porque presenta brillos, poros dilatados, puntos negros y es propensa a sufrir brotes de acné. Es la piel más frecuente en la adolescencia, más entre los hombres, que entre las mujeres. Para cuidarla hay que elegir productos oil-free y no comedogénicos. Es importante tener una buena limpieza con productos adecuados, hidratación, protección solar y cosméticos que ayuden a controlar el exceso de grasa.
Piel mixta
Es una de las pieles más frecuentes y se caracteriza por tener áreas de piel grasa (normalmente lo que llamamos zona T, frente, nariz y barbilla) y áreas de piel seca o normal. Hay que elegir productos específicos para piel mixta, normalmente oil free y no comedogénicos. Necesita limpieza, hidratación, protección y productos como los alfa hidroxiácidos que ayudan a regular el exceso de sebo.
Piel seca
Es una piel tirante, sin brillo, descamada, que puede sufrir arrugas prematuras. Su principal problema es que no puede retener el agua, se deshidrata, lo que provoca incluso picor y muchas molestias. Esta piel necesita un extra de hidratación y nutrición para conseguir que la función barrera se mantenga intacta.
Piel sensible
Todos podemos sufrir en algún momento este problema. Más que un tipo de piel es un estado. Puede ser una piel sensible porque reacciona ante factores externos como el frío, la sequedad ambiental o los rayos del sol. También puede ser una piel sensible que reacciona ante determinados perfumes o cosméticos. Es una piel que puede sufrir enfermedades como la rosácea o la dermatitis. Para su cuidado es necesario utilizar cosmética específica para pieles sensibles, con ingredientes calmantes, que le faciliten el confort que necesita.
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