El fútbol está de luto por la muerte de una de sus grandes leyendas. Carlos Griguol falleció este lunes luego de haber presentado un cuadro de neumonía producto de su contagio de coronavirus.
Timoteo fue mucho más que un director técnico. Antes de calzarse el buzo fue jugador de Atlanta y Rosario Central. En este último, dio sus primeros pasos como DT en 1971. Dos años más tarde se ganaría la idolatría máxima de los Canallas con el título de Primera División en 1973.
Casi una década más tarde, el Maestro iba a hacer una de las suyas, revolucionando a todo el fútbol argentino con Ferro campeón en 1982. Un año antes le había peleado mano a mano el Metropolitano al Boca de Maradona y por un punto se quedó con las ganas.
Pero no fue la única alegría de Timoteo en Oeste: en 1984 iba a dar nuevamente una vuelta olímpica y dejando un sello para la posteridad, como se habla aún del Huracán de Menotti, también quedó marcado el Ferro de Griguol.
“Esto es la consecuencia de un plan serio y responsable. Cuando terminó el Nacional 81 pensé que íbamos a estar en el 82 otra vez peleando el título y no me equivoqué. Si mantuvimos el mismo trabajo, la misma gente y la misma dedicación, no podíamos hacer otra cosa que mejorar”, aseguró el Viejo en aquel entonces.
Luego de ocho exitosísimos años en Caballito, llegaría el gran salto: River Plate. Sin embargo, agarró a un Millonario que se fue desmantelando luego de haber ganado todo en 1986 con el Bambino Veira a la cabeza. A pesar de todo, los de Núñez ganaron la Copa Interamericana con el DT.
Griguol también dirigió el Betis de España, Kimberley de Mar del Plata, Rosario Central (donde se retiró) y su amado Gimnasia de La Plata, donde fue, al igual que en los demás clubes, más que un DT, sino un padre, maestro y formador de jugadores no sólo adentro, sino también afuera de la cancha.
Siempre dejó en claro que los futbolistas también son personas y siempre recalcó que la educación era un factor clave en todas las divisiones, desde inferiores a primera. A tal punto, que aquel que faltaba o tenía intenciones de abandonar los estudios, no jugaba.
El Viejo también se hizo famoso por sus famosas arengas y palmadas en el pecho o cachetazos a sus dirigidos, particularmente al plantel de Gimnasia en la manga antes de salir al campo de juego.
Griguol dijo adiós, pero dejó un legado y una marca registrada para generaciones que actualmente dirigen y también para los que vendrán. Hizo escuela y su sello quedó en todos los clubes que pasó.
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