El Mundo Boca no tiene paz. Cuando parecía que tenía cerrado el arribo del colombiano Andrés Felipe Román, el jugador no pasó la revisión médica por problemas cardíacos y la operación quedó totalmente caída.
El caso del cafetero se remonta a la década del 2000 con uno que ocurrió en Vélez Sársfield y con una casualidad: el entrenador era el mismo que hoy está en el Xeneize: Miguel Ángel Russo. El jugador en cuestión: Marcelo Bravo, una de las grandes promesas del Fortín que tuvo que dejar el fútbol por una miocardiopatía hipertrófica que podía devenir en una muerte súbita.
Miguel le comunicó en ese entonces a la joven promesa del equipo de Liniers a medidados de 2005 que no podía estar más en un campo de juego. No tuve nunca síntomas: ni falta de oxígeno, ni me ahogaba en los partidos, nunca un dolor en el pecho. Es más, ese sábado que juego el partido con Gimnasia recorro a los 87 minutos 70 metros con pelota y yo me podría haber desplomado ahí; me podría haber muerto en esa jugada”, contó Bravo años atrás en una charla con Infobae.
Años más tarde, la historia se repitió para Russo. Aunque esta vez no logró tenerlo a Román en su plantel, pero cabe recordar que lo conoce porque sí lo dirigió cuando fue DT de Millonarios en Colombia.
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