A 15 años de un cambio de era: Nadal y Roland Garros

A 15 años de un cambio de era: Nadal y Roland Garros

Este 5 de junio se cumplen esa cantidad de temporadas desde la primera conquista del malloquín en París, para transformar el juego sobre el polvo de ladrillo para siempre.

Sin dudas, uno de los hechos claves en el tenis moderno fue la inserción al profesionalismo de Rafael Nadal y, sobre todas las cosas, cómo mutó el juego desde una de las cuatro superficies tradicionales del deporte blanco: el polvo de ladrillo. El mallorquín, desde que comenzó en sus inicios, mutó la forma de jugar o, mejor dicho, la perfeccionó y eso llevó a que, en superficies lentas, se convirtiera en el mejor jugador de toda la historia, siendo el amo y señor indiscutido dentro de Roland Garros, donde, hoy, justamente, se cumplen quince años de su primera conquista.

En aquel 2005, Rafa llegó a París como el gran candidato a vencer y ser el dueño de la Copa de los Mosqueteros. Sus títulos en los Masters Series de Montecarlo y Roma, venciendo en la final de ambos a nada más nin nada menos que Guillermo Coria lo depositaban en el lugar de favorito, a pesar de que aún no era quien es hoy. Sumándole a eso la adjudicación de un evento como Barcelona, que siempre marcó un peso más importante en todo jugador de polvo de ladrillo, hacía que las miradas sobre Nadal se depositaran desde el primero de los días de ambas semanas de competencia en el Major parisino.

Fue así que, poco a poco, a base de triunfos interesantes, fue abriéndose camino ante rivales de menor nivel y, en instancias decisivas, mostró todo su potencial. En cuartos de final derrotó en tres cómodos sets a David Ferrer, quien venía de vencer a Gastón Gaudio, campeón defensor, en el quinto parcial por los octavos de final; luego llegó el turno de la primera de las batallas que tuvo con Roger Federer en Roland Garros y Rafa se impuso en cuatro parciales, con una paliza demoledora de a ratos, demostrando que quien era el dueño de ese suelo era él; finalmente, en el choque decisivo, más allá de algún que otro sobresalto lógico que transito durante el match, se impuso al argentino Mariano Puerta en cuatro parciales y así levantó la primera de sus doce copas en el Philippe Chartier.

Desde allí, Rafa construyó un imperio en el polvo de ladrillo. Los antecedentes a ese evento parisino, más la conquista final, hicieron del mallorquín el principio de jugador de lo que es hoy y fue fundamental que tras aquella coronación, el joven español no se durmió en los laureles y pudo mejorar su juego en otras superficies para finalizar el año con once títulos y número dos del mundo.

Roland Garros es el patio de su casa. él lo sabe y lo hace notar cada vez que pisa ese suelo. De hecho, en cancha, desde esa participación, que por cierto fue la primera, hasta la del 2019, la última, perdió tan solo dos partidos: octavos de final 2009 ante un inspirado Robin Soderling y cuartos de final 2015, ante Novak Djokovic, en tres parciales, donde se supuso, vanamente, que iba a ser el final de su reinado, algo que jamás sucedió y que sumó y tres copas más a su vitrina personal tras aquella temporada.

Nadal y el polvo de ladrillo son sinónimos. Roland Garros y Rafa son una unión de amor eterna. Y parte de ello surgió aquel 5 de junio del 2005 con la final ante el cordobés Puerta, un día que el mundo del tenis jamás olvidará y que hoy llega a su aniversario número quince. ¡Chapeau Rafa!


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