Nadie se acuerda de Santa Bárbara hasta que truena. Lo mismo ocurre con el dolor. Solo recurrimos al fisioterapeuta cuando tenemos una lesión o un dolor muy limitantes. Mal. Cierto que la fisioterapia permite acortar el tiempo de recuperación de una dolencia y precisamente por ello, asegura Nuria Feas, fisioterapeuta de Clínica Rozalén y Fisioserv, es importante intervenir lo antes posible, con el fin de que las lesiones no empeoren o se cronifiquen. De esta misma opinión es Crys Dyaz, fisioterapeuta, entrenadora personal y exdeportista de élite, quien afirma: “La primera razón de ser de la fisioterapia es la prevención. Debemos acudir al fisio antes de que suceda el problema”. Pero los datos cantan. Según el I Estudio Fisiocrem – Asociación Española de Fisioterapeutas sobre Salud muscular en España, el 95% de los españoles afirma padecer molestias y dolores musculares de forma regular y el 85% destaca el dolor de espalda como su principal molestia. Está claro por qué debemos poner un fisioterapeuta en nuestras vidas. Incluso si formas parte del privilegiado grupo que no padece ninguna dolencia, también lo necesitas. Te contamos todo lo que la fisioterapia puede hacer por ti.
1) Te da calidad de vida. “La fisioterapia no solo sirve para recuperar o tratar una patología; si acudimos a consulta, el fisioterapeuta va a realizar una exploración física completa para valorar tu estado de salud y puede indicarte cómo llevar un estilo de vida más activo, prevenir lesiones y a tener una mayor calidad de vida. Incluso, como profesional sanitario, podrá derivarte a otros profesionales si fuera necesario”, explica Nuria Feas.
2) Conocerás mejor tu cuerpo. “Acudir de forma constante a fisioterapia te ayuda a trabajar de una forma consciente tu cuerpo, tus posibles lesiones, tus puntos débiles y fuertes”, afirma Crys Dyaz. “Si tuviera que establecer un protocolo medio diría que acudir una vez a la semana o cada 15 días sería idóneo para encontrar el equilibrio”. Esto, prosigue, te ayudará a encontrarte mejor y lesionarte (o tener dolor) con menos asiduidad”. De este modo, las bajas laborales o los días que no haces actividad física disminuirían mucho.
3) Entrenarás más y mejor. Así lo asegura Dyaz: “La fisioterapia es capaz de hacerte entrenar más fuerte y recuperarte antes, sentir tu cuerpo (y mente) mejor. Te ayuda a conocer tu organismo, articulaciones y músculos, y saber hasta dónde puedes llegar y cómo debes cuidarte”.
4) Es una inversión en bienestar. “La fisioterapia –asegura la fisioterapeuta de Rozalén– es potenciar los elementos activos, enseñar a la persona ejercicios de fortalecimiento, habilidades, técnicas y correcciones posturales para que complemente lo que se va haciendo en las sesiones de tratamiento”. El objetivo último: darte las herramientas necesarias para estar activa sin comprometer tu salud y bienestar.
5) Porque, siempre, es mejor prevenir que curar. Según Nuria Feas, uno de los principales pilares de la fisioterapia es la prevención. “Acudir como mínimo dos veces al año hará que podamos prevenir posibles lesiones, ya sean deportivas, laborales o realizando actividades de la vida diaria. Además si has sufrido alguna lesión o molestia muscular, el fisioterapeuta puede guiarte para evitar recaídas e indicar pautas para modificar la actividad que ocasionó la lesión o el dolor”. Una cita a tiempo, prosigue esta especialista, permite detectar patologías antes de que sean realmente un problema. “El abordaje precoz es fundamental para tratar adecuadamente ciertas afecciones musculoesqueléticas”.
6) Si no duele, no funciona. Es uno de los mitos más extendidos: cuanto más dolor, antes nos curamos. Pero, como afirma Nuria Feas, no siempre tiene que ser así. “El fisioterapeuta debe adaptarse siempre a la tolerancia del paciente y a la patología que esté tratando”.
7) Algo más que masajes. “La fisioterapia abarca numerosas técnicas pasivas aparte del masaje: kinesioterapia, estiramientos, electroterapia, punción seca y muchas otras; pero la parte más importante del tratamiento para conseguir los objetivos es la implicación activa del paciente, siguiendo los consejos y recomendaciones, realizando los ejercicios pautados y siendo partícipe del tratamiento”, explica Nuria Feas.
8) ¿Por qué elegir un fisioterapeuta?. Porque este es un profesional sanitario, mientras que por ejemplo un masajista o quiromasajista no es una profesión sanitaria regulada en España, es un título privado concedido por escuelas con formación no reglada. “El masaje debe entenderse como una terapia relajante o complementaria, debiendo acudir a un fisioterapeuta para el tratamiento de afecciones neuromusculoesqueléticas”, explica Nuria Feas. Además, añade, aunque en algunos países existe el título universitario de osteopatía, en España, es necesario ser fisioterapeuta para poder cursar la formación de postgrado o máster universitario. Es decir, si vas a un osteópata, debería ser también fisioterapeuta. Asimismo, según Dyaz, al elegir el profesional “es clave encontrar feeling con esa persona a la que le ‘brindas’ tu salud”.
9) ¿Merece la pena ir al fisio si no tienes una lesión o dolor?. Existe la creencia popular de que la fisioterapia es cara, pero, como aclara Nuria Feas, esto es como llevar el coche al taller a revisión, probablemente todo funcionará mejor si lo llevas. “Si no lo llevas, tendrás que cambiarlo al cabo de los años y por tanto pagar mucho más que las revisiones; con la diferencia de que el coche se puede cambiar y nuestro cuerpo no tiene reemplazo. La medicina alarga la vida y la fisioterapia hace que ésta merezca la pena”.
10) La fisioterapia no es solo para los deportistas. Otro mito. “Puede que la fisioterapia deportiva sea una de las partes más visibles de la disciplina”, pero como aclaran ambas fisioterapeutas, hay otras aplicaciones, algunas bastante conocidas, en el campo de la traumatología ( tratamiento de esguinces, contracturas sobrecargas, lesiones…) y reumatología; y otras más desconocidas, pero tanto o más relevantes, como su práctica en neurología o pediatría (cólicos del lactante, cervicalgias..), en las disfunciones del suelo pélvico o en su preparación para el parto; en el postparto así como en pacientes geriátricos (mejora del movimiento, disminuir dolores, mantenimiento de masa muscular). También se utiliza para abordar las consecuencias o secuelas físicas derivadas de tratamientos oncológicos y en las patologías que generan alteraciones de la función respiratoria. Asimismo, se aplica en estética para mejorar por ejemplo, la retención de líquidos o la celulitis.
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