Bondage-Disciplina, Dominación-Sumisión, Sado-Masoquismo (BDSM) ha creciendo en número de seguidores en los últimoms años. Es por eso que te revelamos las 4 claves para dar los primeros pasos dentro de este mundo y disfrutar del placer que ofrece.
1. Ante todo, precaución y consenso: este grupo de prácticas se centran en obtener placer a través de la sumisión-dominación, la restricción de movimientos y/o del dolor, pero no significa que todo valga. El BDSM es una práctica de intensidad y de límites que puede ofrecer un clímax sin igual, pero también puede hacerte pasar un mal rato si no sabes cómo gestionarlo de forma sana, segura, consensuada y progresiva. Por este motivo, el primer paso es delimitar y consensuar las prácticas que se quieren realizar y hasta dónde se quiere llegar.
2. Cuidado con las ataduras: la restricción de movimientos, en caso de practicar bondage, es uno de los principios básicos del BDSM. En este sentido se recomiendan cuatro reglas básicas para que los juegos de ataduras sean de lo más placenteros y no supongan un riesgo para la salud: nunca atar a una persona lo suficientemente fuerte como para que se duerma alguna parte del cuerpo, nunca dejes sola a una persona atada, no pruebes juegos de asfixia ni ates más allá del torso (como el cuello y/o la cara) y, en caso de emergencia, ten siempre a mano unas tijeras para cortar inmediatamente las cuerdas (no intentes deshacer los nudos, podrías tardar demasiado), son realmente peligrosos y se requiere mucha experiencia para hacerlo correctamente.
3. Juega con los sentidos: la privación sensorial (vendar los ojos, tapar la boca, etc.) es sin duda alguna una de las tácticas más efectivas para aumentar el deseo, los niveles de adrenalina y, por lo tanto, de excitación. Por ejemplo, podemos tapar los ojos con una máscara a nuestra pareja para que agudice el resto de sus sentidos mientras, por ejemplo, le susurras algo al oído o acaricias su piel con un plumífero.
4. Castiga, pero sin herir: en las sesiones de sexo BDSM, los juegos de roles son muy comunes, y más concretamente aquellos basados en “castigos”. Azotes y latigazos forman parte de esta práctica. Por este motivo, se recomienda empezar por azotes en las nalgas e ir incrementando poco a poco la intensidad, para después pasar a utilizar spankers o látigos (a usar siempre en las nalgas, nunca en la espalda). El castigo no debe consistir en herir a otra persona, por lo que no hay que dejar que la pasión nos haga excedernos en la fuerza que utilizamos al aplicarlo.
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