El hipo aparece cuando el diafragma y los músculos respiratorios se descoordinan, y consiste en una contracción espasmódica, involuntaria y repetitiva del diafragma y los músculos inspiratorios que provoca una inspiración súbita, seguida del cierre brusco de la glotis, que origina un sonido peculiar.
Debido al espasmo que experimenta el diafragma, “las cuerdas vocales se cierran bruscamente y se produce el típico sonido del hipo”, apunta Alberto López Rocha, vocal del Colegio de Médicos de Madrid (CGCOM).
La ciencia ha tratado de descubrir por qué nos pasa y entender su función. Es muy frecuente en bebés y niños pequeños. De hecho, el hipo comienza en el útero a las nueve semanas de gestación, lo que lo convierte en uno de los primeros patrones de actividad.
Vital para el cerebro
Según un estudio del University College de Londres (UCL) publicado en Clinical Neurophysiology, basado en escáneres cerebrales de recién nacidos, se trata un mecanismo clave para el desarrollo del cerebro, ya que cada vez que un bebé recién nacido tiene hipo, desencadena una gran ola de señales cerebrales que podrían ayudarle a aprender cómo regular su respiración.
“Las razones por las cuales tenemos hipo no están del todo claras, pero puede haber una razón de desarrollo, dado que los fetos y los recién nacidos tienen hipo con tanta frecuencia“, explica la investigadora asociada Kimberley Whitehead, del Departamento de Investigación de Neurociencia, Fisiología y Farmacología del UCL.
Los investigadores descubrieron que las contracciones del músculo del diafragma a causa de un hipo provocan una respuesta pronunciada en la corteza cerebral: dos ondas cerebrales grandes seguidas de una tercera.
Como la tercera onda cerebral es similar a la provocada por un ruido, el cerebro de un bebé recién nacido puede vincular el sonido del hipo con la sensación de la contracción del músculo del diafragma.
“La actividad resultante de un hipo puede ayudar al cerebro del bebé a aprender a controlar los músculos de la respiración para que eventualmente la respiración pueda controlarse voluntariamente moviendo el diafragma hacia arriba y hacia abajo”, explica el doctor Lorenzo Fabrizi, autor principal del estudio, del Departamento de Investigación de Neurociencia, Fisiología y Farmacología del UCL.
Para Fabrizi, esta sería la función principal del hipo, y añade que “cuando nacemos, los circuitos que procesan las sensaciones corporales no están completamente desarrollados, por lo que el establecimiento de tales redes es un hito crucial para el desarrollo de los recién nacidos”.
Tras estas conclusiones, los investigadores se plantean si el molesto hipo en los adultos “puede ser un reflejo vestigio de la infancia, cuando tenía una función importante”.
Cuáles son las causas
En la mayor parte de los casos, se desconoce su causa, aunque en algunas ocasiones el hipo puede ser un síntoma de otras enfermedades. El doctor Manuel Valenzuela, expresidente de la Fundación Española del Aparato Digestivo, afirma que “algunas alteraciones del sistema nervioso central como la meningitis, la encefalitis, las malformaciones vasculares y los tumores cerebrales podrían estar detrás del hipo. Laringitis, faringitis, infecciones de oído, cuerpos extraños en el conducto auditivo y tumores mediastínicos pueden ser otras causas”.
Asimismo, el hipo puede deberse a enfermedades torácicas como la neumonía, la pleuritis, los tumores del pulmón y los traumatismos torácicos. Las patologías de índole cardíaca como la pericarditis y el infarto de miocardio también lo pueden producir.
En cualquier caso, tener hipo es algo habitual y no hay por qué preocuparse. En los niños ocurre muchas veces durante o después de un ataque de llanto (si se coge un buen berrinche puede durarle media hora) o al tomar el pecho o biberón.
En el caso de los adultos, hay muchas causas que pueden provocarnos hipo. Estos son los detonantes más frecuentes:
Podemos dejar que se detenga solo o aliviarlo así
En la mayoría de los casos el hipo es común, por lo que se resolverá de manera espontánea en unos minutos. Si la paciencia no es tu fuerte, existen muchos remedios populares, de dudosa efectividad y base científica, para acabar con el hipo.
¿El primero de la lista? Beber un vaso de agua por el lado contrario. Eso te obliga a beber mientras doblas poco a poco el torso para no derramar el agua, lo que normaliza la respiración y reestablece el trabajo del diafragma y los músculos respiratorios. Una variación de este mismo truco es beber un vaso de agua fría sin respirar, o hacer gárgaras con agua helada, ya que esto permite bloquear el efecto de contracción y se actúa sobre el nervio frénico, el que inerva el diafragma.
También está lo del susto (totalmente descartado por los expertos), las respiraciones abdominales o ejercicios de respiración del diafragma para controlar la contracción, tumbarse de espaldas y llevar las rodillas al pecho, para cerrar el diafragma, o sentarse y llevar las manos a tocar los dedos de los pies. También para cerrar el diafragma.
Y ahora viene lo último. Dos investigadores británicos de los Hospitales de Gloucester y Worcester han publicado sus conclusiones, entre científicas y humorísticas, sobre cómo poner fin a un ataque de hipo y han asegurado que apretarse los oídos con los dedos mientras se sorbe un vaso de agua a través de una pajita es el remedio definitivo contra el hipo.
Este método reúne la mayoría de los remedios que muchos autores recomiendan para poner fin al hipo:
Cuándo acudir al médico
Como hemos dicho, normalmente el hipo es un trastorno pasajero que dura pocos minutos, no hay que preocuparse si tenemos varios episodios durante un máximo de 48 horas.
Así lo explica en La Vanguardia Albert Gómez, médico internista y jefe de Medicina Interna del Hospital Santa Caterina de Salt (Girona): “la repetición de esas contracciones varía de una persona a otra, pero puede haber de 10 a 60 hipadas por minuto”.
En estos casos, cuando el hipo se prolonga más de dos días hay que acudir al médico, ya que aunque puede ceder espontáneamente sin tratamiento, a veces precisa de la realización de un estudio médico para averiguar su verdadero origen y pautar su solución.
Y es que este tipo de hipo persistente no solo incomoda enormemente a quien lo padece, sino que puede llegar a provocar insomnio, pérdida de peso, e incluso arritmias.
De hecho, puede esconder patologías graves, como un tumor que esté comprimiendo el estómago, una embolia que provoque un ictus, enfermedades gastrointestinales como reflujo gastroesofágico, un tumor en el cuello, insuficiencia renal aguda o enfermedades cerebrales.
Además de en su duración y frecuencia, para diferenciar un hipo común de uno persistente debes fijarse en otras cosas y anotarlas. El hipo unido a ciertos síntomas puede tener relación con algunos problemas de salud:
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