Activar las semillas es hacer que se eliminen esos tóxicos de protección, que libere los inhibidores ezimáticos y que comience el despliegue enzimático de la semilla.
Como decía antes, la semilla está en letargo hasta encontrar las condiciones adecuadas para desarrollarse y crecer como una nueva planta. Cuando las ponemos en remojo con agua, la semilla encuentra las condiciones que necesita, y comienza su proceso de germinación.
La primera parte de este proceso de germinación es la activación de la semilla:
• Desprenderse de los tóxicos.
• Liberar los inhibidores enzimáticos.
• Comenzar a liberar todo su arsenal de enzimas para fabricar la nueva planta, lo que va a ayudarnos a digerir la semilla, y a potenciar el poder nutricional de la misma.
¿Cómo se activan las semillas?
Simplemente tienes que ponerlas en remojo.
PASO POR PASO:
• Poner las semillas en remojo con agua (que las cubra bien, ya que se van a hinchar un poco, según la semilla) durante 6-8 horas. Este tiempo es en general, aunque para las semillas pequeñas puede ser suficiente con 2 ó 4 horas.
• Escurrir las semillas y enjuagarlas bien con agua nueva. Ten en cuenta que en el agua del remojo se habrán quedado esas sustancias que no queremos ingerir. ¡Y Listo!
Ahora ya puedes tomar tus semillas, sin tóxicos y con un valor nutricional muy superior a la semilla no activada.
¿Qué hacer con las semillas activadas?
• Se pueden comer así tal cual, aunque ten en cuenta que al estar húmedas tendrás que guardarlas en la nevera si quieres conservarlas.
• Preparar una leche vegetal, un paté, etc.
• Cocinarlas (ya sabes que con el calor perderán parte de su valor nutritivo).
• Deshidratarlas. Si no tienes deshidratadora, puedes hacerlo en el horno con la puerta entreabierta, pero ya te digo que no es una solución muy sostenible porque necesita bastantes horas para quitar toda la humedad, y el horno consume mucha energía.
• Germinarlas.
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