Cinco cosas que engordan que no son alimentos

1. No asistir a las comidas familiares
Aunque no se lleven bien con ellos tienen que saber que hacer un par de visitas a la semana a la familia puede ayudar a evitar la obesidad y el sobrepeso, esto debido a que durante las comidas familiares los alimentos suelen ser un poco más saludables y se establecen conexiones emocionales entre los miembros de la familia, de acuerdo con un estudio de las universidades de Minnesota y de Columbia en Estados Unidos publicado en Journal of Pediatrics.

2. Los restaurantes con música clásica
Es importante saber que a pesar de que las sonatas suelen ser muy buenas compañeras de las cenas románticas este tipo de música nos invita a comer más. En un estudio británico realizado por las universidades Leicester y Surrey Roehampton se ha comprobado que en los lugares donde hay música clásica de fondo las personas suelen comer mucho más a comparación de aquellos que tienen otros tipos de melodías.

3. Consumir productos light
Aunque parezca contradictorio, pero los ácidos grasos de los lácteos tienen un efecto adicional en la regulación del peso y los productos que tienen toda la grasa son más saciantes por lo que se ingiere una menor cantidad.

De igual forma, la nutricionista Natalia Galán, del Servicio de Promoción de la Salud de Sanitas, explicó: “Los productos light no siempre ayudan a adelgazar, pues que tengan un 30% menos calorías que el producto inicial no es sinónimo de que no vaya a engordar. Muchos se anuncian como light y tienen más calorías que los que no lo son”.

4. Las bacterias instestinales
Tal vez el problema de su sobrepeso se encuentre en el intestino. Aquellas personas que tienen entre los millones de microorganismos alojados en su aparato digestivo las bacterias de la familia Christensenellaceae tienen una razón más para sonreír, ya que de acuerdo con un estudio de Cell protegen el aumento de peso.

5. La depresión y la ansiedad
La tercera parte de las personas que se estresan tienden a perder el apetito y adelgazar, pero más de la mitad, por el contrario, reacciona al estrés comiendo alimentos muy apetitosos, ricos en azúcares y grasas, esto debido a que el centro de recompensa que tenemos en el cerebro se activa con este tipo de comida. Sumado a esto, el cortisol, la hormona del estrés sensibiliza ese sistema de recompensa y se favorece la ingesta compulsiva de alimentos muy calóricos.

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