Estamos viviendo tiempos “especiales”, y lo defino de esa manera porque es una situación inédita, en la que tuvimos que ir aprendiendo paso a paso, no sólo acerca de nuevas formas de manejarnos con los demás (distanciamiento, higiene, tareas de los chicos, etcétera), sino también nuevas formas de manejarnos con nosotros mismos: qué pasa con nuestro tiempo en casa, con nuestra ansiedad, organización, comidas, descanso… A esta altura ya pasamos por algunas etapas. Al principio, parecía tan solo una pausa. Algunos hasta lo tomamos como vacaciones, nos divertimos y la cocina pasó a ser la protagonista de la historia: “¿Qué cocinamos hoy? ¡Hagamos tortas, panes, budines!” Pero el tiempo fue pasando y nos dimos cuenta de que, por lo menos hasta ahora, este tiempo “especial” se convirtió en un tiempo “real y actual”, que llegó para quedarse. Entonces, ahora sí es el momento de hacer un stop y repensar cómo es nuestra rutina diaria. ¿Cómo estamos comiendo? ¿Nos estamos moviendo lo suficiente? ¿Descansamos?
6 pilares que no podés dejar de lado
Hoy, más que nunca, se habla de “estilo de vida”, pero más que hablar, deberíamos revisar cómo es nuestra realidad hoy y qué aspectos de ella estamos descuidando y tienen impacto en nuestra salud. El estrés, el desánimo, los problemas y extrañar a nuestros seres queridos pueden ser factores externos que promuevan que dejemos de lado aspectos nuestros que son importantes para, por fin, tener un estilo de vida saludable. Qué debemos tener en cuenta:
1. Alimentación: elegir calidad, fundamentalmente, y cuidar cantidad en base a las características individuales de cada persona, con alimentos que sean nutritivos, que promuevan el bienestar y prevengan enfermedades.
– Elegí más alimentos naturales, como vegetales, frutas, cereales, legumbres, carnes magras, pescados, lácteos y derivados, frutos secos, semillas, grasas saludables.
– Consumí menos alimentos procesados y ultraprocesados (alimentos listos para consumir envasados, sopas instantáneas, gaseosas, jugos envasados, entre otros). Reducí la sal y el azúcar.
2. Actividad física: estar físicamente activo es importantísimo, aunque nuestras posibilidades sean acotadas, es primordial encontrar espacios en los que poder mover nuestro cuerpo. La actividad física regular y constante que se pueda realizar diariamente, a través de caminatas, subir escaleras o hacer flexiones, será esencial para una salud óptima.
– Si podés establecer una rutina de algún ejercicio físico… ¡mejor! Tené en cuenta que durante la cuarentena, varios profes en redes sociales están ofreciendo rutinas para sus seguidores. Elegí alguna para no perder la constancia.
– Si no podés tener una rutina, no es excusa, podés elegir las escaleras en vez del ascensor o ir caminando al mercado.
3. Sueño: los trastornos del sueño son muy frecuentes en la actualidad. El insomnio es el tipo de trastorno más habitual y se caracteriza por la dificultad para el inicio o el mantenimiento del sueño, lo que afecta a la calidad del mismo, interfiriendo con su función reparadora. Por supuesto que esto incluso afecta a todo el sistema inmunológico, el de nuestras defensas, que se restablece con un buen descanso. Lo recomendado en adultos es dormir entre siete y nueve horas diarias, aproximadamente.
– Mantené una regularidad en los horarios para establecer una rutina.
– Evitá dispositivos como celulares o notebooks en la cama, ya quela luz que emiten no es buena para conciliar el sueño. Tené en cuenta que las series de televisión en la cama generan ansiedad para que sigas mirando capítulo tras capítulo.
– Cená dos horas antes de ir a dormir, ¡por lo menos!
4. Abandono de hábitos no saludables: el estar tanto en casa, la angustia, el estrés, fueron para muchos un empujón para caer en hábitos dejados o que no estaban tan presentes en la diaria. Ejemplos de esto son el tabaquismo y consumo de alcohol. Es importante revisarlos, porque no hay dudas de que fumar es perjudicial para la salud y con respecto al alcohol, se hace referencia al consumo responsable y moderado del mismo.
– Si te cuesta dejar el cigarrillo, proponete bajar la cantidad de a uno. Uno menos cada semana sería un buen ejemplo. Si lo anterior te resulta difícil, no dudes en consultar a un profesional de la salud para que te ayude a alcanzar ese objetivo.
– Para el alcohol, establecé una frecuencia de consumo, por ejemplo: una copa de vino tres veces por semana. Si sos de tomar mucha cantidad, alterná el alcohol con un vaso de agua o soda.
5. Manejo del estrés: el estrés (del latín stringere, “apretar”) es un conjunto de reacciones adaptativas que se ponen en marcha cuando percibimos una situación como amenazante. Por lo tanto, estas reacciones son parte normal de nuestra biología e involucran al sistema nervioso y al inmunológico. El problema surge cuando el estrés persiste por un largo tiempo, generando una inflamación crónica que se relaciona también con el riesgo de enfermarnos. Los mecanismos de afrontamiento y técnicas de reducción de estrés son de gran utilidad para reconocer cuáles son esas respuestas negativas que lo generan y modificarlas para mejorar la salud y promover un mayor bienestar.
–Incorporá técnicas de Mindfullness: Yoga, Meditación, técnicas de respiración consciente. Hay apps para ayudarte, no dejés de buscarlas. Además, está lleno de videos guías en YouTube o cuentas en las redes sociales de profes de Yoga que comparten sus prácticas.
6. Formar y mantener relaciones interpersonales: en mi opinión, es fundamental mantener un contacto saludable con los demás. Sentirnos conectados socialmente es esencial para nuestra resiliencia emocional y salud en general.
–Llamá regularmente a familiares, amigos, colegas de trabajo… se pueden dar una mano entre las dos partes.
– Participá de grupos de chat, redes sociales, anotate en cursos, etcétera.
Teniendo en cuenta estos seis pilares, podremos encontrar la forma de conectarnos mejor con los demás y, fundamentalmente, con nosotros mismos. Hacer una check list de cada pilar: cómo lo manejo, qué es lo que estoy haciendo, qué me cuesta y en ese caso, por qué no, pedir ayuda. Sin dudas, ante todo, es tiempo de “pensarnos”.
Hacé una check list de cada pilar: cómo lo manejo, qué es lo que estoy haciendo, qué me cuesta y en ese caso, por qué no, pedir ayuda
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