La vida diaria está cargada de estrés y de momentos traumáticos que llegan repentinamente y tienen un impacto severo en cada persona. Desastres naturales, accidentes, enfermedades y hasta tiroteos pueden afectar no solo la salud física si no también, mental y emocional. Incluso, el estrés post-traumático puede ser más difícil de manejar.
Por todo esto, es necesario apoyar y fortalecer nuestro cerebro para evitar una devastación emocional, a través de la alimentación ya que todos aquellos nutrientes que lleguen a nuestro cuerpo y cerebro serán vitales para mejorar la resiliencia al estrés y trauma.
La respuesta del cerebro al trauma:
Cuando un evento traumático ocurre, la respuesta inmediata es dirigida por el ya conocido “sistema de lucha o huida”: sensaciones como nudos en el estómago, sensación de dolor en el pecho, piel de gallina, manos frías y sonrojo son sensaciones que seguramente has experimentado. Otras personas comienzan a temblar o incluso se sienten paralizadas, rígidas o congeladas. La mente comienza a confundirse, quiere correr al principio, pero finalmente, se queda en blanco.
Todas estas son respuestas características al estrés y trauma en una persona. Un sistema de lucha/huida que es muy primitivo y que tiene como único objetivo garantizar la supervivencia y protegernos del daño cuando enfrentamos algo que es percibido como una amenaza que puede ser real o imaginaria. Este sistema además libera hormonas del estrés como adrenalina y cortisol que hacen que se produzca en el cuerpo una avalancha de cambios internos que nos preparan para huir o luchar.
¿Qué cambios internos y biológicos ocurren?
¿Qué sucede cuando la “amenaza” desaparece?
Los síntomas pueden variar desde la ansiedad, el miedo, la irritabilidad extrema, la disociación y hasta la depresión. Algunas personas pueden experimentar también flashbacks asociados al trauma, pensamientos angustiosos, híper vigilancia permanente o sensación de inseguridad constante. Todos estos síntomas se dan porque el cerebro está diseñado para evitar el peligro de nuevo.
¿Cómo influye la alimentación en este estado?
En una crisis, la mayoría de los nutrientes que consumimos en nuestros alimentos serán redirigidos a la respuesta de lucha/huida, dejando muy poco para que el resto de nuestro cuerpo funcione. Si el cuerpo y el cerebro creen que necesitan “sobrevivir” entonces asumen que no requieren poner tanto esfuerzo en funciones como la digestión, ni en la reproducción, ni en lugares como la piel, las uñas o el cabello, por ejemplo.
Si el sistema de lucha/huida se activa constantemente, ya sea debido a amenazas reales o amenazas creadas por la imaginación, entonces los nutrientes en el cuerpo terminan por agotarse. Si no se reponen adecuadamente, entonces el estrés y el trauma se vuelven cada vez más difíciles de manejar para el cuerpo.
Otra realidad es que las personas tienden a alimentarse peor después de una situación de trauma o estrés profundo. Igualmente, la mayoría de las personas recurren a alimentos “reconfortantes” en lugar de alimentos “nutritivos”. El alimento reconfortante pero poco nutritivo es entonces usado como una especie de “anestesia” del dolor.
Recuerde: Entre mayor sea el estrés o el trauma que usted esté viviendo o que recuerde, mayor es la necesidad de nutrientes de calidad que necesita consumir.
¿Cómo alimentarse?
Vaya poco a poco y apoye a su cuerpo y a su cerebro en este proceso. Haga del alimento su medicina. Sea bondadoso con usted y complemente estas recomendaciones con actividad física, buen descanso y meditación.
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