Antes de desayunar el cuerpo está relajado y la mente descansada.
Las mejores horas para concentrarse, pensar y reflexionar son las mañanas. El cuerpo está relajado y la mente descansada, lo que permite una mayor concentración para hacer actividades físicas o intelectuales.
Entre las obligaciones del trabajo, los estudios y los problemas que se deben resolver durante el día hay demasiados desafíos.
Razón por la cual los expertos recomiendan comenzar la mañana de manera organizada, generando hábitos saludables antes del desayuno, que te permitan encarar con energía las tareas del día.
Hay una serie de hábitos que te pueden ayudar a aprovechar esas horas de la mañana para disfrutar y darle salud al cuerpo y a la mente.
Hidratar el cuerpo antes del desayuno es un paso importante para comenzar la mañana con hábitos saludables.
Los beneficios de beber agua van desde una mejora en la ingesta total de calorías hasta el estímulo para el funcionamiento renal.
Además, ayuda a la elasticidad de la piel y a evitar el estreñimiento.
Es un hábito muy difícil de conseguir, pero con práctica y persistencia se logra.
Tras algunas semanas de despertar al mismo horario, el organismo se acostumbra y entiende que esa es la hora indicada.
Muchas personas aprovechan los primeros momentos del día, desde las 5 o 6 de la mañana, para realizar tareas o actividad física sin ser interrumpidas.
Luego inicia el resto de la rutina.
El primer contacto que muchas personas tienen al abrir los ojos es con la alarma del teléfono o el reloj.
Estos objetos ofrecen una opción tentadora, pero no recomendable: reactivar en 5 minutos.
Una vez que el organismo despertó, volver a generar un nuevo ciclo de sueño, aunque sea corto, provoca un efecto de somnolencia durante el resto del día. El fenómeno se conoce como inercia del sueño.
La actividad más recomendada para realizar antes del desayuno es el ejercicio físico.
Salir a correr, encarar una rutina anaeróbica o acudir a un gimnasio en ese horario ayuda al control de las calorías y a activar el organismo.
Los ritmos laborales suelen ser acelerados y no está bien visto detenerse a pensar mejor las decisiones.
Las demandas de repuestas rápidas son cada vez más inmediatas, lo que dificulta una mejor elaboración de las mismas.
Tomarse unos minutos para reflexionar y planificar la jornada es un hábito que aporta a la organización mental.
Realizar una lista de objetivos diarios, semanales y hasta mensuales ayuda a tener claro dónde depositar el esfuerzo.
Es posible que los distintos trabajos, la escuela o el instituto mantengan a una familia concentrada en sus actividades. Llegada la noche, el cansancio mental solo permite mirar una película, cenar y dormir.
Por este motivo, muchos eligen dedicar tiempo para los seres queridos, sean una pareja o hijos, antes del desayuno.
Conectarse con la familia, generando intercambios de calidad, es más probable sin los pensamientos y el cansancio que arrastra una jornada.
Si en la familia hay varios despiertos temprano, pueden aprovechar el momento y dialogar de manera profunda, sin cansancios que se interpongan.
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