Tal vez el nombre de este tratamiento le suene a muchas por ser súper común y beneficioso para trabajar las piernas, pero, por suerte no sólo se aplica en esa zona del cuerpo. El rostro también puede beneficiarse con esta técnica manual, que consiste en movimientos muy suaves y lentos de bombeo y presiones en zonas puntuales para dirigir líquidos, moléculas y toxinas hacia los ganglios profundos del cuello, que luego drenan a la zona torácica. Se suele iniciar en el cuello y se trabaja la cara de abajo hacia arriba.
¿Por qué es tan importante el sistema linfático?
Es el encargado de eliminar las toxinas que se acumulan en los tejidos. Activarlo ayuda a movilizar los líquidos retenidos, a oxigenar los tejidos, que tiene como consecuencia un efecto rejuvenecedor, y a mejorar la microcirculación y la nutrición celular. Como si fuera poco, el sistema linfático tiene además funciones inmunológicas, reforzando nuestro sistema de defensa y que la piel de nuestro rostro sea más resistente a los daños externos.
Por lo tanto, con el drenaje facial se trabajan distintas afecciones, dependiendo del objetivo que una busque. Se puede trabajar la rosácea, que causa congestión, enrojecimiento e inflamación de la piel, y también el acné, porque reduce la proliferación de bacterias. Como el drenaje linfático actúa sobre el sistema nervioso, este ayuda a su vez a bajar la ansiedad y el estrés. Y si una está extenuada, este tratamiento es muy recomendado para mejorar el aspecto de cansancio del rostro, las líneas de expresión y las ojeras.
Gracias a sus tantos beneficios y pocos nocivos, uno puede incluir este tratamiento a la rutina de belleza. Lo mejor es hacerlo visitando a una experta recomendada, o hacerlo como un tratamiento exprés antes de una fiesta o evento en el que se quiere lucir radiante.
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