Cepíllate correctamente y con asiduidad. Aunque parezca una obviedad, cepilla tus dientes tres veces al día y a conciencia. Una buena opción para asegurarte de que inviertes el tiempo necesario, es comprarte un cepillo eléctrico de cabezal medio, ya que los cabezales duros pueden llegar a rallar el esmalte. Y no te olvides del hilo dental.
No abuses de los alimentos cítricos o ácidos. Debido a su alto grado de acidez, tanto los limones, naranjas, tomates, vinagres o alimentos encurtidos pueden llegar a erosionar el esmalte y hacer que la dentina, la capa que se encuentra bajo el esmalte, quede más expuesta a los ácidos que ingerimos, lo que puede provocar un daño irreparable en tu dentadura. Además, también hay que evitar el vino blanco, ya que aunque no tiñe tanto como el tinto, sí hace que nuestros dientes adquieran una apariencia más oscura.
Espera media hora para cepillarte después de tomar bebidas o alimentos ácidos. Esto es porque los niveles de ácido pueden hacer reacción con la pasta de dientes, por eso es mejor esperar unos treinta minutos para dejar que la saliva haga su trabajo y neutralice el ácido.
Bebe mucha agua y mastica chicle sin azúcar. Con ambos actos conseguirás que la boca siempre esté mojada, algo importante ya que la saliva y el agua producen una barrera protectora que evita que los alimentos estén en contacto permanente con los dientes. De esta manera conseguirás que todo lo que ingieras tinte menos tus dientes.
Ojo con las bebidas y alimentos calientes. Ten cuidado con las bebidas y alimentos oscuros, sobre todo si están calientes y son pegajosos, como el chocolate, salsa barbacoa o dulce caliente, ya que las altas temperaturas hacen que se adhieran más a los dientes y, por tanto, los oscurezcan.
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