Reducir el consumo de productos de origen animal (o dejarlos por completo)
Los veganos tienen razón en una cosa: uno de los principales contribuyentes al calentamiento global es la producción masiva de animales para consumo humano, además de ser un foco de injusticia y desigualdad.
Algunos hechos: con una fracción de los granos que se utilizan para alimentar el ganado podríamos solucionar el problema del hambre en el planeta entero. os excrementos de esta sobrepoblación de animales de granja generan metano, componente esencial de los gases invernadero.
Además, para producir un kilogramo de carne de vaca se utilizan 15.415 lts de agua potable. Eso sin contar el sufrimiento y las condiciones deplorables de vida (y muerte) que tienen estos animales, y los múltiples perjuicios para la salud que tienen los lácteos (alergénicos, inflamatorios, acidificantes) y la carne (acelera el crecimiento de las células cancerígenas). Es mejor para todos y en todo sentido: reducí el consumo de productos animales al mínimo y ayudá a promover la producción de productos vegetales, más saludables y con un impacto infinitamente menor.
Comprar menos en el supermercado y más a productores locales
Estas empresas mueven enormes volúmenes de mercadería, generando desperdicios y contaminación. Informate sobre bolsones orgánicos que te llevan frutas y verduras hasta tu puerta, o sobre las ferias de productores que hay en muchas plazas de la ciudad. Así estarás fomentando el consumo local (ideal para reducir la huella de carbono que generan los productos que viajan largas distancias, así como para dar trabajo a productores mucho más sustentables), orgánico y de estación.
Pasarte al vintage
Pocas industrias generan más residuo y ofrecen condiciones de trabajo más precarias que la moda. Afortunadamente, al país no llegan los grandes gigantes del fast fashion, pero el abaratamiento de costos (y por ende de precio final) conduce a toneladas y toneladas de residuos no biodegradables (polyester en su mayoría) y agotamiento de recursos tales como agua y petróleo.
Separar la basura
Investigá si cerca de tu casa hay algún centro de reciclaje o aún mejor: contactate con los recuperadores de tu zona y preguntales qué necesitan, cómo y dónde podés dejárselo. Si nada de esto es posible, es preferible que todas las botellas, envases, papeles y cartones reciclables los juntes en una caja o bolsa y lo dejes a la vista, en la calle, donde se note que son: vas a ayudar a alguien y además vas a contribuir a la reducción de la basura innecesaria en el planeta.
No tirar comida
Lo dicen varias de nuestras cocineras favoritas: no hay tal cosa como “sobras”. En este momento histórico somos más conscientes que nunca de que la comida es finita, escasea y que somos privilegiados de disponer de ella. Además, todo lo que evite el consumo excesivo siempre es bienvenido: menos packaging, menos basura, menos dinero en contexto de crisis.
Transmitirle a los más chicos el cuidado por el medio ambiente
Los niños suelen sentirse atraídos por las buenas causas y eso es algo sin duda a aprovechar: si los chicos saben que cada vez que no desperdician papel se salva un árbol, esencial para el oxígeno que respiramos ¡Estarán felices de no derrochar! Fomentá su interés en el tema con charlas en casa, películas y libros. Hacelos participar del proceso de compras y de la cocina. Solo así crearemos generaciones futuras más sustentables.
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