Durante Lollapalooza, el Hipódromo de San Isidro se colmó de jóvenes en busca de mostrar lo que los millennials y centennials tienen para decir: la libertad de ser y de vestirse para marcar la diferencia, que luego se ve plasmado en sus redes sociales.
Así, el festival se convirtió en una pasarela para exóticos looks y futuras tendencias. En este sentido, la performance de la audiencia fue tan atractiva como ver un show. Un espacio repleto de posers e influencers tomándose selfies en cada rincón y celebridades como la China Suárez, Franco Masini, Melina Lezcano, Lelé Tinelli (quien tocó el día sábado) posando ante las cámaras y luciendo estilos algo desaliñados, pero milimétricamente pensados para entrar modo festival. En pocas palabras, una suerte de Coachella en Argentina.
A pesar de que los colores vibrantes, las recurrentes vintages tees, el exceso de glitter, las riñoneras cruzadas y los peinados hippie-chic pasaron a ser indiscutibles highlights de la jornada, en realidad, fueron las marcas deportivas las que hicieron estragos en Lollapalooza. Pantalones Adidas, hoodies Nike y zapatillas Vans saturaron la escena, el famoso street style se vió reflejado tanto en la gente como en los artistas de rap y trap que formaron parte del line up. El público, en su mayoría adolescente, enloqueció con figuras de moda como Post Malone, Paulo Londra, Khea, Cazzu, entre otros.
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