¿El sexo importa? Si, es parte de una pareja. Sin sexo es una pareja que por alguna razón decide perder una parte fundamental de su esencia. El sexo nos diferencia de otros vínculos, nos define como pareja. Este momento es sustancial en la vida de ambos. Pueden entregarse por completo el uno al otro, intercambiar pasiones y secretos más íntimos.
Mucho más allá del mero placer físico, el erotismo en sí mismo permite un pleno descubrimiento de nosotros y del otro.
Sin embargo, es mucho más fácil que el deseo disminuya a que se mantenga a lo largo de los años. Incluso en parejas donde hay mucho amor. Quizás sea ese el reto: convertir lo fraterno en sensual, de lo tierno a lo erótico. Pues tal parece que mantener la llama de la pasión es un desafío diario.
El deseo sexual hay que cultivarlo, cuidarlo. No se renueva automáticamente cuando cumplimos años de casados. Si o si hay que trabajar a diario para mantener la intimidad y la pasión con nuestra pareja.
¿POR QUÉ SE PIERDE EL DESEO SEXUAL?
– Anticipación negativa del encuentro sexual (“No me gusta”. “No voy a poder”. “Va a ser otra vez lo mismo”.)
– Concepción errónea de la sexualidad (Por ejemplo, pensar que si no hay penetración no hay sexo, o que si el pene es pequeño no hay placer)
– Influencias de las normas sociales y educación religiosa.
– Pensamientos depresivos.
– Ausencia o poca presencia de pensamientos eróticos
– Sentimiento de culpa, repugnancia o frustración
– Desconocimiento del propio cuerpo y el cuerpo de tu pareja
¿QUÉ HAGO PARA REVIVIR EL DESEO Y LA PASIÓN?
Detectar entre ambos las posibles causas ayuda a identificar la raíz del problema y buscar soluciones adecuadas, por ejemplo, si el problema es que no te gusta que él te de sexo oral, simplemente dejará de hacerlo. Por supuesto, no es lo mismo que alguno de los dos esté bajo mucho estrés laboral, a vivir una crisis por una infidelidad.
Otra alternativa que ayuda a mejorar es la comunicación. No significa “hablar más”, sino “hablar mejor”. Decir lo que sentimos, evitando los reproches y hablando desde uno mismo. Sin culpar ni exigir del otro, intentando consensuar en lo que ambos quieren y desean.
¿COMO INFLUYE EL ESTRÉS?
El estrés es uno de los principales enemigos del deseo sexual. Históricamente y por falta de educación sexual hemos pensado el deseo como algo espontáneo, natural, que nos pasa a todos si o si, y que a lo largo de toda la vida se mantiene relativamente en las mismas condiciones.
Sin embargo, la realidad es que el deseo fluctúa, es vulnerable a las diferentes crisis vitales, factores orgánicos y no hay nada de espontáneo y natural, por el contrario, disminuye si no se lo activa regularmente.
En el único momento de la vida donde el deseo puede ser pensado como espontáneo es en la adolescencia. Luego, con la rutina, el día a día, las obligaciones, el estrés y el pasar de los años… disminuye. Para recuperarlo, hay que buscarlo.
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