Es posible, a través de rituales y “citas” íntimas, trabajar sobre nuestra relación con el cuerpo y el placer. Gracias a la meditación y otros ejercicios, podemos despertar nuestro cuerpo para sentir mucho más. Por eso te presentamos tres rituales de “5o ejercicios de slow love y meditación sexual”, el libro de Emmanuelle Duchesne.
Ritual erótico 1: la meditación del sexo
Gracias a este ritual, podés cultivar tu sensibilidad y desarrollar tu energía sexual. Observarás tu sexo “desde el interior”. La atención que le pongas se traducirá en relaciones y sensaciones mucho más intensas. Cuanto más te concentres en tu cuerpo durante el sexo, más podrás sentir y más placer obtendrás. ¡Pero esta concentración debe ser aprendida!
Etapas
Sentate en un sillón con los pies en el piso. Dejá que tu cuerpo se relaje y hacé tres respiraciones profundas, desde el abdomen, para lograrlo. Como si fueras a dormir una siesta.
Tomate un instante para saborear el momento.
Llevá tu atención a la planta de los pues durante dos o tres minutos. Concentrate y observalos.
Imaginá que la planta del pie se abre al piso, como si no hubiera frontera entre ambos, y que la energía de la Tierra circula por tu cuerpo.
Respirá produndo y exhalá por los pies. Como si el aire se escapara por debajo.
Ahora, subí con la imaginación hasta tus genitales, muy lentamente, imaginando tu piel pero también el interior de tu cuerpo.
Concentrate en tu sexo. Si tenés ganas, contraé el perineo un instante, para despertarlo (como si bloquearas el chorrito de orina).
Elegí un punto en tu sexo y centrá tu atención ahí. Sumergite en esa sensación, dejá que te guíe. Creá un espacio alrededor de ella.
Observá todo tu cuerpo y volvé a tu sexo tantas veces como tengas ganas.
Volvé a vos, a los elementos que te rodean, muy lentamente.
Ritual erótico 2: respirá con tu sexo
En esta segunda etapa, trataremos de que los pensamientos no nos absorban, para permanecer en el momento presente. Para ello, respiraremos por el sexo. ¡Sí! Esto nos permite conectar cabeza, cuerpo y sexo para vivir en armonía y sentir el placer sexual “enteramente”.
Etapas:
Instalate en una posición cómoda, sentada o acostada.
Observá tu respiración. Tu pecho y tu vientre hacen olas.
Observate desde el punto de vista de tu sexo. Para ayudarte, podés ponerte la mano en el perineo.
Fijate si podés sentir otras partes de tu cuerpo mientras respirás. Imaginá que tu cuerpo es un globo que se infla con cada respiración y se desinfla con cada exhalación.
Fijate cómo respirar con todo tu cuerpo, globalmente, modifica tus percepciones y cómo te relaja y cambia tu estado.
Ritual erótico 3: meditación de las caricias
Ahora necesitaremos las manos. ¿Por qué? Para tocarnos. Nos vamos a acariciar para intentar identificar nuestras costumbres y para aprender, al mismo tiempo, a viajar a terrenos desconocidos. Al salir de nuestra zona de confort, de nuestros automatismos, podemos encontrar nuevas sensaciones y un placer diferente que lleve a orgasmos increíbles.
Etapas:
No esperes a estar excitada: el ejercicio se puede realizar en cualquier momento. No busques la excitación ni el orgasmo. Podés usar lubricante para que tus gestos sean más suaves y agradables.
Comenzá acariciándote los senos o los genitales. Si te acariciás con las piernas cerradas, abrilas. Si solés tocarte el clítoris a través del capuchón, apoyando tus dedos, abrí los labios y tocalo con un poco de lubricante. Si estás acostumbrada a hacerlo rápidamente, disminuí la velocidad, y viceversa.
Hacelo durante algunos instantes. No es un castigo ni una tortura. Es una exploración que debería durar un par de minutos.
Concentrate en tus sensaciones, en lo que descubrís.
Volvé a vos suavemente.
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