No hay que cumplir determinado patrón de belleza para ser feliz.

Cuando navego en redes sociales como TikTok me encuentro con algunas tendencias donde mujeres muestran un estilo de vida inspiracional: organización extrema, productos de belleza a granel y una vida fitness, que comprueba que el objetivo máximo para muchas es ser delgada.

Pareciera que una determinada forma física es sinónimo automático de éxito, dinero, felicidad y satisfacción personal. Que si no cumplimos con ese canon, nunca seremos lo suficientemente valiosas para la sociedad, o al menos, admirables.

Y esto, no tiene que ver con llevar una vida saludable, que sí debe estar dentro del bienestar al que deseamos aspirar, en un correcto equilibrio de salud mental y física, sino con lo que la sociedad nos marca como estándares.

Hay muchos peligros detrás de ese concepto que ser delgada es «goals»

Porque cuando centramos nuestra meta exclusivamente en cómo luciremos podemos perder el foco y haremos lo que sea necesario para estar en un determinado peso.

Incluso, aunque eso implique dejar de comer o de nutrirse balanceadamente, someterse a tratamientos peligrosos, o caer presa de la ansiedad y los trastornos alimenticios.

Es momento de inspirar a las nuevas generaciones a algo más allá de lo superficial y de fomentar la gordofobia.

Hay que centrarse en llevar una alimentación sana y hacer actividad física para dormir mejor, tener más calidad de vida y que esta sea más larga, gozar de salud, energía y bienestar emocional, entre otros beneficios individuales.

Es importante entender que ese físico que anhelamos llegará con el trabajo constante, sin caer en obsesiones ni comparaciones dañinas, en especial, si buscamos asesorías de expertos que nos acompañen en el proceso.

Pongamos de moda el amor propio y no ser esclavas de patrones de belleza de la sociedad. Que todos nuestros cambios y mejorías vengan desde nuestra voz interior y no de la de terceros.

Fomentemos el hablar del talento o la inteligencia de la mujer, más que de su físico. Entendamos que el ‘goal’ que más nos luce es reconocer nuestro valor y atributos, y no una determinada talla.