Marcate una meta cercana y alcanzable.
Anda cambiandola a medida que avances en tu fondo físico. Por ejemplo, empeza yendo de dos a tres días al gimnasio, después agrega ir a una o dos clases grupales a la semana. Gracias a estas pequeñas metas, será mucho más sencillo que consigas convertir una rutina en un hábito.
Buscá, descubrí y experimentá.
¿Te gusta ir por tu cuenta, pero buscando un objetivo? ¿Sos más de entrenamiento potente pero corto? Quizás te gusta más bailar y divertirte, o pedalear al ritmo de la mejor música. Descubrir tu entrenamiento y una vez lo tengas, aprender y mejorar, es la mejor de las motivaciones.
Sólo se llega antes, pero acompañado se llega más lejos.
Ayuda mucho empezar los primeros días con un compañero, con el que superar la vergüenza y la pereza, muy comunes cuando no estamos en nuestro hábitat natural.
Pasito a pasito.
Si llevas mucho tiempo sin hacer ejercicio debes empezar con calma y ser paciente. Lo mejor será comenzar con intensidad moderada, poco peso y poco tiempo en las máquinas. El objetivo es buscar una buena sensación con nosotros mismos sin olvidar que el deporte no sólo produce efectos positivos a nivel físico sino también a nivel psicológico, gracias a la estimulación de la producción de endorfinas.
Combina gimnasio con alimentación saludable.
Tras los excesos de las fiestas, el verano y las vacaciones hay que resetear y lo mejor es combinar ejercicio con alimentación saludable. El primer paso es tan sencillo como remplazar gaseosas, jugos y alcohol por agua y olvidarse de incluir en las compras alimentos precocinados, rebozados o con alto contenido en harinas refinadas. Opta por basar la alimentación en verdura, carne, pescado, hortalizas y semillas, todo más natural.
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