En estos momentos hay que ponernos un objetivo: integrar en nuestras agendas desbordadas unos minutos para nosotros. Y hacerlo suavemente, sin estridencias ni grandes esfuerzos. En realidad, no existe una disciplina como tal que se llame meditación urbana. Es más un movimiento que trata de romper las falsas creencias que tenemos sobre la meditación y de acercarla a nuestro día a día sin caer en la trampa del “no tengo tiempo”.
Se trata de parar y aprovechar esas pausas que hacemos en el día a día para dirigir la mirada hacia el interior y hacer un escáner de nuestro estado emocional. Pero la meditación urbana o las pausas activas se pueden hacer en cualquier lugar. Es posible que nos parezca chocante o cuestionable, pero, sin duda, parece más eficaz que ir jugando con el celular o repasando por enésima vez el Instagram.
Cómo empezar
– Microdosis. Si nos proponemos meditar una hora todos los días, lo más probable es que lo dejemos antes de una semana. Mejor comenzar intentando sacar cinco minutos al día.
– Espalda recta. Es importante para respirar plenamente y que haya una conexión biológica entre el cerebro y la columna.
– Déjate guiar. En los comienzos, nada mejor que elegir un audio de meditación que dure el tiempo que te vas a dedicar. Procura que se adapte también al entorno en el que lo vas a utilizar.
– Presta atención a los otros sentidos. Puedes elegir meditar con los ojos cerrados o servirte de imágenes de lo que se conoce como “geometría sagrada”, una herramienta de introspección y meditación.
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