Nuestro organismo sigue un ritmo innato, parecido a un reloj interno, que regula las funciones biológicas y vitales durante un período de 24 horas. Este ciclo influye tanto en el tiempo de vigilia como en el de sueño. Lo que comemos, cómo comemos y a qué hora, interfiere en este ritmo, y de forma recíproca, nuestro sueño también interfiere en nuestra dieta.
Esto es debido a que existe una asociación entre los problemas de sueño y un alto índice de masa corporal ya que cuando dormimos, en nuestro sistema nervioso central se producen complejos mecanismos de regulación hormonal que, entre otras funciones, controlan nuestro apetito.
Hay hábitos que pueden ayudar a conciliar el sueño como intentar mantener un ritmo regular en cuanto a las horas de acostarse y despertarse, apagar los aparatos electrónicos o no obligarse a dormir cuando no se consigue y buscar un lugar cómodo en la oscuridad para dejar que la mente se vaya relajando.
Pero un consejo fundamental es hacer ejercicio regularmente y evitar hacerlo a la última hora del día para no estimular el organismo. Hay sencillos ejercicios muy fáciles de realizar y que ayudan a relajar el cuerpo y prepararlo para el descanso
Para empezar, lo mejor es realizar entre 10 y 20 minutos de trabajo cardiovascular suave. Con este comienzo suave favoreceremos la circulación y la segregación de endorfinas.
Para continuar, lo mejor es un trabajo de respiración y estiramiento: de pie, con las piernas separadas el ancho de la cadera, elevaremos los brazos a los lados a la vez que inspiramos y cuando estemos arriba con los brazos completamente estirados, soltaremos el aire a la vez que los dejamos caer por delante del cuerpo hasta casi tocar el suelo. Este ejercicio lo realizaremos entre 6 y 8 veces de forma tranquila y pausada.
Tumbados en el suelo, llevaremos rodillas hacia el pecho con las piernas flexionadas. Inspiraremos a la vez que elevamos los brazos por delante de nosotros y los llevaremos a los laterales soltando el aire. Volveremos a la posición de inicio y repetiremos el ejercicio entre 6 y 8 veces, intentando inspirar cada vez más profundo y expirar más lento.
Por último, haremos un pequeño ejercicio de meditación y relajación en el que, tumbados boca arriba y en una posición relajada, iremos contrayendo los músculos de forma isométrica y muy controlada, zona por zona pasando luego a la relajación.
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