Es normal que te alarmes al oír un tremendo ‘crack’ proveniente de alguna parte de tu cuerpo, pero eso no quiere decir que tengas un problema. De hecho, los traumatólogos afirman que, si no hay dolor, hay que pensar que esos crujidos articulares son “ruidos fisiológicos normales” que responden a un proceso natural y benigno conocido como ‘cavitación’.
Un fenómeno por el que el líquido sinovial, que se encarga de lubricar las articulaciones, libera una serie de gases que provocan pequeñas burbujas que explotan. La presión provocada por la flexión máxima de la articulación o por ciertos estiramientos tiene como consecuencia la vaporización de gases (nitrógeno, oxígeno, dióxido de carbono). A medida que aumenta la presión, esta liberación brusca de gases provoca el característico crujido de rodilla.
Si lo piensas, casi siempre, los crujidos en la rodilla se producen cuando ‘obligamos’ a las rodillas a trabajar más de la cuenta. Por ejemplo, al levantarnos de una silla o al sentarnos en una sofá bajo y blando.
“Cuando forzamos una articulación al moverla, las burbujas de estos gases “explotan” y esto provoca el chasquido. Es como cuando abres un refresco: la presión en la botella disminuye y los gases salen haciendo ruido”, nos explica el doctor Manuel Villanueva, director médico del Instituto Avanfi y presidente de la Asociación Española de Cirugía Ecoguiada.
También es algo habitual por las mañanas, al salir de la cama. Después de horas inmovilizados en la cama, son frecuentes los crujidos en varias partes del cuerpo.
“Esos chasquidos son necesarios y hacen que la persona se sienta más ligera, elástica y más suelta”, apunta el doctor Marcos Paulino, médico especialista en Reumatología del Hospital General Universitario de Ciudad Real y portavoz de la Sociedad Española de Reumatología (SER). Si el crujido se produce en este tipo de situaciones, se considera completamente normal, y un indicativo de que todo funciona como debería.
Por otro lado, hay que aclarar que no se trata de un proceso degenerativo vinculado exclusivamente a la edad, a la gente joven también le crujen las rodillas. Lo que ocurre es que hay personas más laxas que otras, y “personas más propensas que otras, pero eso no significa que estén sufriendo algún daño interno“, matiza Paulino.
Es más, no hay que asustarse porque haya un crujido. “En las rodillas saludables, los movimientos entre el fémur y la rótula producen señales de vibración que se traducen en los crujidos”, explica el doctor Ramón Cugat, especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología. “Y mientras las rodillas crujan y no haya dolor, todo el elemento dinámico y muscular aguantará”, asegura.
Sin embargo, debido a la complejidad de la rodilla, que una de las articulaciones más grandes que tenemos, así como a la presión y la carga a la que está sometida, se trata de un punto vulnerable de nuestro cuerpo, propenso a las lesiones. Y por eso hay que estar atento.
Sin embargo, “los chasquidos dolorosos, si son en las rodillas, pueden deberse a cambios degenerativosdel cartílago articular (artrosis, ratones libres intrarticulares, meniscopatías), de la membrana sinovial (sinovitis villonodular), o del aparato ligamentario articular (Hiperlaxos, Síndrome de Ehlers Danlos)”, apunta el doctor Antonio Ponce, reumatólogo en el Hospital Universitario Carlos Haya de Málaga.
El dolor es, por tanto, la señal de alerta más fiable para identificar si los crujidos son inocuos o nos están alertando de un problema serio.
Además, si los crujidos son frecuentes y van acompañados de bloqueo o sensación de inestabilidad, no hay que dejarlo pasar. Estos síntomas sí son indicadores de que algo no está funcionando del todo bien.
Por último, los especialistas señalan que aunque resulte difícil clasificar los diferentes ruidos corporales, hay que estar atento a los sonidos porque si en vez de un crujido leve, el sonido es más ‘crepitante’, conviene actuar más pronto que tarde.
Se trata de un matiz importante, ya que “las crepitaciones o crepitus suenan como un velcro que se despega o como el crujido de la leña de una hoguera”, explica el Dr. Paulino en El País. Y esto “podría indicar que hay una fricción entre huesos porque el amortiguador, el cartílago articular, está más adelgazado, más fino. Eso puede conllevar un aumento de hasta cuatro veces las posibilidades de padecer artrosis”, añade.
Posibles lesiones de rodilla pueden ocasionar también ese crepitar, como es el caso de las lesiones de menisco, la degeneración de la superficie articular del cartílago o una sobrecarga en la rótula, que se conoce como ‘rodilla de corredor’.
Es decir, que aunque es normal que tu cuerpo emita crujidos y chasquidos audibles cuando cambia de posición o se mueve de cierta manera, si ‘crepita’ y duele puede significar que el tejido se está rompiendo al rozar algo, como un ligamento que se rompe sobre el borde de una articulación.
Los crujidos en las rodillas son frecuentes en personas que no están en forma y no hacen mucho ejercicio. En estos casos, tanto el ruido como el dolor de las articulaciones está asociado a un exceso de peso, a malas posturas o al sedentarismo.
Un cuerpo oxidado da muchos problemas y la actividad física es la mejor manera de reforzar la musculatura. Si te decantas por la bici o el running, no te excedas. Un entrenamiento duro o actividades físicas intensas pueden sobrecargar las rodillas. Las caminatas, la natación o el yoga serían más acertados. Los ejercicios para fortalecer los cuádriceps también son especialmente recomendables, ya que ayudan a reducir el desgaste del cartílago.
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