Es primordial que dediquemos unos minutos a cuidar y proteger nuestra piel de los rayos solares, tanto ahora en verano como en invierno. Por desgracia, la peor consecuencia de no tomar ciertas medidas es el cáncer de piel. Cada año se diagnostican más de 74.000 casos de cáncer cutáneo no melanoma y unos 4.000 casos de melanoma, y la evolución de las terapias y las técnicas quirúrgicas han hecho que actualmente exista una amplia opción de tratamientos para cada uno de los tumores cutáneos.
No obstante, antes de llegar a padecer esta dolencia, la piel se resiente ante repetidas exposiciones indebidas y es cuando aparecen antiestéticas manchas que envejecen nuestro rostro y cuerpo, que en el peor de los casos podrían volverse malignas. Está claro que lo primero es la prevención, ya que una vez que el daño está hecho es más difícil repararlo.
Los tipos de manchas benignas
Melasma: manchas de bordes difusos, extensas, más hormonales. Suelen salir en la frente, las mejillas o el labio superior. También se conoce como ‘paño’.
Pecas o efélides: manchas claritas que empiezan en la infancia, sobre todo en gente de piel clara o pelirrojos,
Lentigos: manchas marrón claro que se van oscureciendo y aparecen más en zonas como la cara, el escote, las manos, los hombros, el pecho.
Lunares: aunque no salen más por el sol, puesto que vienen determinados genéticamente, sí se pueden malignizar, si no tomamos las precauciones necesarias.
Arañas vasculares: podrían aparecer más en la cara, cuello y escote, dado que el sol actúa dilatando los capilares.
¿Cómo prevenirlas?
La mejor manera de prevenirlas es la protección solar estricta. Siempre deberíamos usar protección + 50, recordando que este número hace referencia a los minutos que protege nuestra piel, evitar estar al sol en las horas centrales del día, y reponer la crema cada dos horas o cada vez que nos bañemos.
En el caso del melasma es especialmente importante que el protector no solo cubra contra UVA y UVB, sino también contra luz visible. La protección solar debe usarse todo el año, ya que el sol nos da cada día. No hay mejor crema antiedad que un protector solar.
Además, hay que recordar que sí es cierto que ‘la piel tiene memoria’: “cada quemadura solar hace que nuestras células se dañen, se altere su ADN. Cuando somos jóvenes son capaces de repararse solas, pero con los años dejarán de poder hacerlo, mutarán y malignizarán. Aunque tratemos las manchas solares, el daño seguirá ahí y el riesgo acumulado para desarrollar cáncer de piel tampoco nos lo quita nadie.
¿Cómo tratarlas cuando ya están ahí?
Cremas. Las cremas despigmentantes ayudan si se trata de melasma, pero no serán muy eficaces sobre pecas, lentigos ni tampoco sobre arañas vasculares. Para el melasma lo ideal es aplicar por la noche cremas con hidroquinona con retinol y ácido glicólico. No obstante, la experta aconseja que se usen durante el verano.
Tratamientos. Para tratar el melasma hay dos opciones: los peelings que consiste en aplicar distintas capas de ácidos en consulta y en unos días la piel desprenderá su capa más superficial, quedando más lisa, clara y suave, y el láser fraccionado. Lo más recomendable sería combinar alguno de estos tratamientos con cremas de hidroquinona. El tipo de láser conocido como IPL o luz pulsada intensa no es bueno para este tipo de manchas.
Mientras que para tratar las pecas y lentigos, se recomienda la luz pulsada. También mejora las lesiones vasculares, rojeces, arañitas, puesto que al aclarar la piel producirá un marcado rejuvenecimiento. Los peelings también pueden mejorar el aspecto de la piel, pero no de la misma manera.
También existe la opción de la crioterapia, idónea para lentigos o manchas pequeñas localizadas y bien definidas. Es un spray de nitrogeno líquido vaporizado, al aplicarlo se produce una quemadura que, al caer la costra, aclarará la piel. No sirve para tratar melasma, ni pecas o lentigos muy extensos. Todos estos tratamientos mencionados es muy importante evitar el sol el mes posterior, por riesgo a que la piel se oscurezca más.
Hábitos. Para mejorar la protección solar debemos estar bien hidratados, es decir, tomar abundante agua y consumir alimentos ricos en antioxidantes como vitamina E y C o que contengan carotenos, como las zanahorias. No obstante, también se pueden tomar en forma de suplementos de los que se venden como fotoprotección oral, cuya dosis es una cápsula diaria en el desayuno durante los meses de verano, lo correcto sería empezar alrededor de 15 días antes de exponerse al sol.
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