Lo primero, cuenta siempre con la ayuda de un profesional para hacertelo
Aunque parezca obvio, acude siempre a un centro especializado, que cuente con material esterilizado y cumpla con todas las normas de higiene adecuadas. Evita hacerte los agujeros con pistola, que garantizan menos seguridad que las agujas, ya que permiten obtener menos precisión la hora de hacer el agujero, y además no siempre garantizan una correcta esterilización.
Desinfecta todos los días el piercing
Una vez que te hayas perforado la oreja, es esencial limpiar todos los días el agujero para evitar que este se infecte. Lávalo 2 o 3 veces al día con un poco de suero fisiológico y pulveriza unas gotas de clorhexidina sobre la herida. Otra opción es lavar el agujero 2 o 3 veces al día con agua con jabón neutro. Esto mantendrá a las bacterias alejadas de tu herida y evitará que el piercing se te infecte.
Normalmente, los piercings en el lóbulo de la oreja no presentan complicaciones, aunque es necesario seguir estas medidas de higiene. Por su parte, los piercings en el cartílago son más propensos a tener complicaciones, ya que la perforación de esta parte de la oreja provoca una mayor inflamación y tarda más tiempo en cicatrizar.
¿Cuándo acudir al médico?
Si han pasado varias semanas desde que te lo hiciste y la zona sigue inflamada, caliente, te duele o supura, es conveniente que quites el pendiente. Si tienes fiebre o la infección no remite, lo más recomendable es acudir al médico para que evalúe la gravedad de la infección y te de la mejor recomendación para solucionar el problema lo antes posible.
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