Manchas, quemaduras, arrugas prematuras y lunares… Del fotoenvejecimiento al melanoma, todos los años al llegar el verano se hace hincapié en los efectos negativos que causa la exposición excesiva a la radiación ultravioleta y en los recaudos que debemos tomar para neutralizarlos. Los estudios científicos, las campañas sanitarias y su difusión en medios y redes han creado una conciencia y una conducta acerca de la protección solar; sin embrago, esto también tiene una contraparte. La acción directa de los rayos UVB cumple funciones vitales en nuestro organismo como la síntesis de vitamina D –imprescindible para la asimilación de calcio y el mantenimiento del sistema inmune–, pero a la vez está asociada a los factores carcinogénicos en la piel, por eso el protector solar es de rigor.
Entre el 80% y el 90% de la vitamina D de nuestro organismo proviene del sol, el 20% restante, de los alimentos. Los protectores solares impiden que el organismo la produzca; para compensar el déficit se usan suplementos. Entonces, ¿hay alguna forma de obtener los beneficios del sol sin dejar de protegernos de sus daños? Claro que sí, constancia, mesura y siguiendo las reglas.
TIPS BASICOS PARA CUIDAR LA PIEL
EN TIEMPO Y FORMA. Para que la pantalla funcione debe colocarse media hora antes de exponernos (el tiempo que los filtros químicos tardan en actuar) y esperar a que se absorba. Luego, ir reaplicándola cada 2 horas porque se va con el roce y la transpiración. Convienen las fórmulas resistentes al agua porque permanecen mientras estás en el mar o la pileta unos 40 minutos.
SI AL SOL DIRECTO. La radiación más efectiva es a mediodía, cuando el sol está más alto (aunque a otra hora también produciría la dosis necesaria si estamos más tiempo). Se requieren de 10 a 15 minutos, tres veces por semana en verano y a diario en invierno. Lo ideal es proteger la cara, orejas y hombros y exponer los brazos y piernas, sin pantalla.
TODO DEPENDE. No sólo del momento del día o de la estación del año, sino también del tipo de piel de cada persona. Cuanto más oscura es una tez, más cantidad de “dosis solar” necesita. La gran noticia es que la vitamina D se almacena en el cuerpo, por lo que una buena exposición nos mantendrá seguros un lapso prolongado.
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