El Xeneize no sale de su mal momento y va de un papelón a otro con Riquelme como abanderado.

Juan Román Riquelme es uno de los máximos ídolos de la historia de Boca, pero como jugador. Sin embargo, en su rol de vicepresidente y líder del Consejo de Fútbol, su accionar comenzó a ser visto de reojo a tal punto que la paciencia, para algunos, comenzó a colmarse.

La reciente derrota ante Gimnasia generó murmullo en La Bombonera, particularmente por el rendimiento de los refuerzos que eligió el Consejo de Fútbol con JRR a la cabeza, como por ejemplo Esteban Rolón, quien le ganó insólitamente la pulseada a un Alan Varela que parecía ser hasta el futuro cinco de la Selección.

El mal juego de los de la Ribera, hizo que el Torero vaya a buscar a los jugadores al micro para charlar sobre la noche funesta. Y cuando parecía que todo devenía en reto, la frase de Román dejó perplejo a más de uno. “Los felicité”, luego el “Están cansados. Necesitan vacaciones” y el infaltable palito por la eliminación con Atlético Mineiro, la frase de cabecera que llegó para quedarse.

Si algo le faltaba a las historias de Brandsen 805 eran las declaraciones de Sebastián Battaglia y Carlos Izquierdoz. Si bien no contribuyeron a calmar las aguas, tampoco se salieron del típico libreto futbolero para no liquidar al jefe. “Nos dio su apoyo”, “Fue una charla muy positiva”, las frases más destacadas del entrenador y el capitán.

No es el primer gesto de Riquelme que generó descontento en el plantel y la gente. La salida de Tévez, Ábila, Zárate, Buffarini y otros jugadores dejaron expuestos al CDF, que ha demostrado hasta el momento poca capacidad de gestión y falta de puntería en los mercados de pases.

Si bien es cierto que en la era Ameal el Xeneize ganó dos títulos, el hincha pide apellidos de jerarquía para acompañar a los pibes y que compita en la Copa Libertadores, esa obsesión que está cada vez más lejos de obtener.

Boca está a tiempo de torcer el rumbo. A Román le quedan dos años de mandato y puede dar vuelta la taba. Pero para eso, deberá poner el escudo por delante, dejar los egos al igual que Bermúdez, Cascini y Delgado para poder llevar a dar esas vueltas olímpicas que lograron como jugadores y que tanto emocionó a la patria azul y oro.

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