El 30 de marzo de 2014 no fue una fecha más para los fanáticos del Xeneize y del Millonario. Esa tarde comenzó a cambiar la historia entre los dos clubes más grandes del fútbol argentino.
De un lado estaba Carlos Bianchi. Del otro, Ramón Díaz. Por si fuera poco, Juan Román Riquelme estaba en el ocaso de su carrera en el equipo de sus amores y sin saberlo (o internamente sí) iba a jugar su último Superclásico.
Si algún condimento le faltaba al cotejo más esperado por todo el país, fue el primero en La Boca luego de la vuelta del equipo rojo y blanco a Primera tras su histórico descenso a la B Nacional, por lo que hubo “gastadas” del grueso de la hinchada local hacia su eterno rival.
Los de Núñez golpearon primero de la mano de Manu Lanzini y en el complemento, el máximo ídolo de la historia del club de La Ribera empató transitoriamente con un excelso gol de tiro libre al ángulo del arco de Barovero.
Sin embargo, al partido le iba a faltar el último condimento: córner (que luego tendría una historia para contar) y testazo de Ramiro Funes Mori para darle el triunfo a River, que llevaba una década sin ganar en La Bombonera (16 de mayo de 2004 con gol de Cavenaghi).
Finalizado el partido, Bianchi se quejó de los fallos arbitrales de Néstor Pitana y sobre el 2-1 de los de Núñez aseguró: “No fue córner”.
Tras esa declaración, estallaron las gastadas para el Virrey, que no sólo se excusó en un tiro de esquina (supuestamente) mal cobrado, sino en otra frase: “el Pitanazo”.
Con el correr del tiempo, ese Superclásico iba a quedar marcado a flor de piel. Fue el último de Román, Ramón, Bianchi y tiempo y por si fuera poco, meses más tarde iba a llegar Gallardo para seguir dando vuelta la taba.
Volvé a ver los goles de la noche del Ramirazo
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