Boca tenía este sábado una prueba de fuego para sacarse de encima el peso de la derrota en el Superclásico sumada a la anterior ante Racing, pero tropezó estrepitosamente en Córdoba. Belgrano le ganó por 2-0 al renovado equipo con el que Diego Martínez intentó patear el tablero y terminó la noche con una fiesta mientras del otro lado el Xeneize sucumbió hecho una lágrima, caído en el abismo y con un insoportable clima de fin de ciclo. No fue una sorpresa así que el entrenador anunciara, en la conferencia post partido, que presentó su renuncia.
Un soporífero primer tiempo tuvo lugar en el Gigante de Alberdi, donde la parte inicial del juego mostró a un local más cercano del arco de Leandro Brey pero sin generar peligro, para luego decantar en un trámite parejo y chato en el que el único sobresalto fue una lesión: la del gemelo derecho de Cristian Medina que obligó a su reemplazo por Exequiel Zeballos.
El complemento arrancó con una tónica completamente distinta. De entrada, Rafael Delgado estrelló un centro en el ángulo y pareció despertar al Xeneize, que lo tuvo con Zeballos y Edinson Cavani pero se topó con el arquero Juan Espínola. Pero la reacción se cortó con Nicolás Figal metiendo mano ante un disparo del Uvita Nicolás Fernández que requirió VAR para que Nazareno Arasa cobrara penal. Franco Jara perdonó a Brey, que tapó arrojándose a su derecha, pero tuvo una segunda chance tras el rebote y no falló. A los 13, pasaba al frente el conjunto de Juan Cruz Real.
El pobre presente azul y oro se resumió en lo que vendría después. Con el resultado aún abierto y con la efectividad como única diferencia con su rival, no apareció más. Todos comenzaron a fallar, no hubo más reacción ni amor propio y Belgrano lo bailó a su antojo. Ya ni Boca creía en sí mismo, y se notó un quiebre total.
El anfitrión se perdió el segundo con dos tiros en el poste en la misma jugada -de Jara y Gabriel Compagnucci- y, a los 23, amplió Uvita con un sablazo a la izquierda de Brey después de un pase atrás de cabeza de Alejandro Rébola. Desde entonces, la única resistencia visitante pasó por Brey, que debió aparecer ante los ingresados Mariano Troilo y Pablo Chavarría para evitar la goleada.
El Pirata logró así un presente inmejorable antes del clásico con Talleres y Boca quedó hundido en una crisis que le demandaba decisiones drásticas. Martínez recogió el guante y, en una escueta rueda de prensa, confirmó que pegó el portazo. Se vienen horas movidas en el Mundo Boca…
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